Collin permaneció en silencio, incapaz de reaccionar. Las palabras de Liam eran absurdas, tan increíbles que no sabía ni por dónde empezar. Pero una cosa estaba clara: él no estaba bromeando.
"No puedes estar hablando en serio" dijo finalmente, con la voz tensa.
"Lo estoy." Él dio un paso al frente, acortando la distancia entre los dos. "Quiero un hijo, y tú puedes dármelo."
Collin soltó una risa incrédula.
"¡Ni siquiera sabes si eso es posible! Tú mismo dijiste que lo intentaste de todas las formas. ¿Cómo puedes estar tan seguro de que yo soy la respuesta?"
Liam bufó, masajeándose la sien como si estuviera cansado de aquella conversación.
"Hembra terca..." gruñó. "¡Ni siquiera escuchas lo que se te dice!"
"Ya escuché esa historia ridícula sobre profecías y almas del destino, Liam. Pero eso es lo que tú crees, no yo."
Él no apartó la mirada. Esos ojos siempre parecían impenetrables, como si ocultaran algo que jamás revelaría.
"No voy a repetirlo otra vez, Colen."
Ella se giró, furiosa