Collin permaneció inmóvil mientras Liam la guiaba por el salón. A lo largo del camino, sentía manos desconocidas rozándola con suavidad, como si aquello fuera algún tipo de gesto ritual de aceptación. Era incómodo, invasivo.
"No tienes por qué asustarte" susurró Liam, con la voz baja junto a su oído. "Estás siendo bendecida por nuestra manada."
Ella se estremeció. Las palabras de él solo reforzaban el peso de aquella realidad. Todo parecía cada vez más ineludible, una red en la que estaba atrapada, sin posibilidad de escape.
Se detuvieron, y Collin sintió las manos de él rodeando su cintura, acercándola más a su cuerpo.
"Colen Alastar, ahora es mi alma de uno" declaró Liam, su voz fuerte llenando el espacio. "A partir de esta noche, ella es una de los nuestros. Esta noche, forma parte de la manada Montaña de Plata. ¡Alaben a la Diosa Luna por su vida!"
Los gritos y aplausos que resonaron en el salón la hicieron encogerse. Apenas podía respirar. Entonces, de repente, las manos de Liam