Soy el único Rey Alfa que ha nacido con el color de cabello como el mío, soy único entre todas las mandas del mundo al igual que el color de mis ojos solamente yo, soy único y amo ser único. soy el rey alfa mas respetado, temido y frio. El amor es una mierda llevo mas de 100 años esperando a mi compañera, pero la diosa se empeño en dejarme solo, y eso paso factura, logrando que me convierta en el maldito que soy hoy en día. y si alguna día la llegara encontrar espero que sea tan única como yo.
Leer másPrólogo
Si hace menos de cuatro horas me hubieran dicho que hoy encontraría a mi alma gemela, y que ella sería simplemente la hija del florista de una manada tan distante de mi reino, no lo habría creído. —¿Qué harás? —preguntó mi mejor amigo y rey beta. —Nada, si tengo suerte, nunca la volveré a ver —respondí mientras observábamos a través de las ventanas de mi todoterreno. —¿Pero ella no se dio cuenta? —Escapé antes de que ella me mirara. —¿Estás seguro de lo que quieres hacer? —lo miré con seriedad, antes de volver la vista hacia el lugar donde se encontraba mi compañera. —Tan seguro como me llamo Hunter Müller Gold. Encendí el motor de mi todoterreno y me preparé para salir de aquel sitio. Sin mirar atrás, dejamos atrás aquella manada que solo me había traído desdichas. No deseaba a alguien como ella; era tan sencilla, con su cabello castaño y ojos aceitunados. No sé por qué, pero esa noche en el bar, su aroma me enloqueció, y cuando seguí ese dulce olor, la vi, y todas mis reservas se desvanecieron. No me considero una persona clasista, pero me dejo influir demasiado por las apariencias. Soy un individuo único y, como tal, necesito a alguien igualmente excepcional. Sin embargo, mientras nos alejábamos, una extraña sensación de vacío comenzó a invadirme. Miré por la ventana, observando cómo la manada se desdibujaba en el horizonte, y aunque intentaba convencerme de que había tomado la decisión correcta, una parte de mí gritaba que había cometido un error. Pero no me importaba. —¿Hunter? —me interrumpió mi amigo—. ¿Estás bien? —Sí, solo… reflexionaba sobre el error que ha cometido la diosa de la luna. —Quizás deberías volver y conocerla. La diosa nunca se equivoca —sugirió él, con un tono que denotaba inseguridad. —¿Volver? —repetí, casi escupiendo la palabra. —No puedo. Eso no está en mis planes. —¿Por qué no? —me desafió, y su mirada penetrante me hizo dudar. —Quizás ella sea justo lo que necesitas. —Y quizás solo sea una distracción —repliqué, aunque en el fondo sabía que había más en juego. Un silencio incómodo se asentó entre nosotros mientras conducíamos. La carretera se extendía ante nosotros, pero mi mente estaba atrapada en aquel bar, en su presencia. Finalmente, decidí romper el silencio. —Es lo correcto, Jack. Ella no es apta para mi manada. Soy el maldito rey, y espero que me apoyes como siempre. M*****a sea, quería a Jack como a una hermana, pero en esos momentos me estaba enfureciendo, sin comprender que esa mujer no era adecuada para ser mi compañera, tan simple y, además, era Omega, una simple Omega. No voy a mezclarme con Omegas insignificantes, que me castren antes. Jack soltó un suspiro, pero lo ignoré. Iba a hacer como si nunca la hubiera visto; solo pensar en mezclar mi pureza con una Omega simple me llenaba de rabia. lo que más me molestaba era que no podía volver y rechazarla oficialmente, había algo en mi interior que se negaba a volver y rechazarla, por eso mejor miles de kilómetros de distancia entre esa Omega y yo.Epílogo. El rugido del motor se apagó cuando detuve el auto frente a la residencia del Alfa de la Manada Azul. Sentí mi mandíbula tensarse mientras miraba la enorme propiedad. La última vez que estuve aquí, Nieves estaba a mi lado. Ahora, ni siquiera sabía si me permitirían verla. Bajé del auto y me acerqué a la entrada. Dos guardias me bloquearon el paso, sus miradas frías y llenas de desprecio. —Anuncien mi llegada —ordené, manteniendo mi voz firme. Uno de ellos llevó la mano a un comunicador en su oído. —El rey está en la entrada. ¿Órdenes? Hubo un silencio tenso antes de que la voz del alfa o beta resonara con dureza. —Déjenlo entrar. Las puertas se abrieron lentamente, pero la hostilidad en el aire era imposible de ignorar. Conduje mi auto entre los miembros de la manada azul y sentí sus miradas clavándose en mí como cuchillas. Murmullos, desprecio, rechazo absoluto. Mi corazón latió con fuerza cuando llegue a la casa principal del alfa la puerta de la casa se abrió y una
Capítulo 18.Hunter.Doscientos setenta y nueve días desde que la expulsé. Desde que la vi marcharse sin mirar atrás, con la cabeza en alto, pero con el dolor reflejado en sus ojos. Desde que Amber me fulminó con la mirada antes de seguirla, y Jack… Jack simplemente se fue.Desde entonces, el Hunter que todos conocían dejó de existir. Me he convertido en un rey cruel, en un líder despiadado. Ya no hay espacio para la debilidad en mi manada. Solo hay obediencia y respeto, impuesto a la fuerza si es necesario.No sé en qué momento mi mente dejó de recordar su risa y comenzó a torturarme con la imagen de su traición. ¿Cómo pude ser tan ciego? ¿Cómo pude amarla tanto sin darme cuenta de lo que realmente era?Cada vez que cierro los ojos, veo su silueta danzando entre las sombras de mis recuerdos. A veces, me permito recordar lo hermoso que era dormir a su lado, sentir su piel cálida contra la mía, oír su voz susurrar mi nombre con dulzura. Pero en cuanto esas memorias me embriagan, las ap
Capítulo 17.Nieves.El amanecer teñía el cielo de tonos dorados y rosados cuando crucé la entrada de la mansión por última vez. Cada paso que daba me parecía irreal, como si todo esto fuera una pesadilla de la que aún no despertaba. Pero el frío en mi piel, la maleta en mi mano y el peso en mi pecho me recordaban que era real. Hunter me había rechazado. Me humilló frente a toda la manada, me despojó de todo lo que habíamos construido y me condenó con su mirada llena de desprecio. Mi garganta ardía por todas las palabras que no pude decirle. Por la verdad que no quiso escuchar. Cuando bajé los escalones de la mansión, un auto negro me esperaba, listo para llevarme lejos de la manada real. Quise detenerme, dar la vuelta y verlo una última vez. Pero me negué a hacerlo. No le daría el gusto de verme débil. —¿Vas a irte sin despedirte? La voz de Amber me hizo girar con el corazón encogido. Ella estaba allí, de pie junto a la puerta, con los ojos enrojecidos y la mandíbula apretada.
Capítulo 16Hunter.Desde que Nieves empezó a involucrarse más en los asuntos de la manada, las cosas entre nosotros habían cambiado. No en un mal sentido, pero sí de una forma que me sacaba de mi zona de confort. Yo sabía que ella era fuerte, que tenía un carácter feroz y que no era de las que se quedaban calladas. Me encantaba eso. Pero había momentos en los que me costaba ceder el control. Yo había llevado a la manada durante años, y tener a alguien desafiando mis decisiones… No era fácil de aceptar. Y hoy era uno de esos días. —No estoy diciendo que ignoremos las patrullas, Hunter. Solo que deberíamos considerar rotarlas mejor —dijo Nieves, con los brazos cruzados. Resoplé, sintiendo la irritación treparme por la espalda. —Ya tenemos un sistema que funciona. No es necesario cambiarlo solo porque quieres meter mano en todo. Nieves entrecerró los ojos, su olor cambiando a uno más tenso. —¿Meter mano en todo? Hunter, soy la futura reina Luna. ¿No se supone que debería opinar?
Capítulo 15: Hunter.Los días después de la boda de Jack y Amber fueron extrañamente tranquilos, pero dentro de mí, algo había cambiado. Nieves y yo ya no éramos los mismos. Después de aquella noche juntos, después de que la había marcado como mía, nuestra relación había alcanzado un punto sin retorno. Había algo en la manera en que me miraba, en cómo su cuerpo reaccionaba cuando estaba cerca, que me decía que ella también lo sentía.Pero con ese cambio vino algo más. Una sensación de fragilidad, como si un solo movimiento en falso pudiera romper lo que habíamos construido.Las mañanas se habían vuelto un nuevo ritual. A veces la encontraba en la cocina, con su cabello aún despeinado y la marca de mi boca en su cuello, robándome café antes de que yo bajara.—Pensé que los lobos eran territoriales con su comida —me dijo un día, con una sonrisa traviesa.Me acerqué hasta acorralarla contra la encimera, apoyando mis manos a cada lado de su cuerpo.—Lo somos —murmuré, inclinándome lo suf
Capítulo 14: Hunter.Si alguien me hubiera dicho semanas atrás que mi relación con Nieves se volvería lo que es ahora, habría soltado una risa incrédula. Pero aquí estamos. Cada día, cada conversación, cada roce "accidental" ha sido un paso hacia algo más profundo, algo que no estoy seguro de cómo manejar, pero que no quiero soltar.Ya no hay silencios incómodos entre nosotros. Nieves y yo hemos encontrado un ritmo, un lenguaje propio en el que las bromas se mezclan con miradas cargadas de significado. Todavía discutimos a veces, pero incluso esas peleas terminan con una sonrisa o un comentario sarcástico que nos hace olvidar el motivo de la discusión.Pienso en la vez que intentamos cocinar juntos en la cocina de la mansión. Nieves insistió en hacer una receta tradicional de su familia, y yo, con mi orgullo intacto, decidí ayudar. Fue un desastre. La harina terminó en su cabello, el fuego se salió de control por un segundo, y el resultado fue un plato que ni los lobos de la manada h
Último capítulo