Capítulo 8 — Tan desesperante

— El consejo de ancianos está muy preocupado, Alfa… — Resonó la voz de uno de los ancianos dentro del salón.

— Usted conoce nuestras leyes… — Siguió otro.

— Sabe que al momento de tomar su lugar como Alfa, su deber era tomar una Luna… — Continuó el siguiente.

— Y este ritual se pospuso por su deseo personal de encontrar su pareja destinada, quién según usted, sería la Luna indicada, la mejor opción para guiar a la manada… — Recordó otro anciano.

— Su padre estuvo de su lado y lo apoyó en su momento, por eso siguió en el puesto de presidencia mientras usted cumplía sus funciones como el Alfa de la manada, pero ahora que su padre ya no está…

— Esperamos un tiempo prudencial para guardar respeto por la perdida del anterior Alfa, su padre, pero no podemos esperar más…

— Es momento de que escoja a una Luna…

— Quien lo acompañará a guiar la manada, mientras usted dirige la empresa…

— Es nuestra costumbre…

— Y es su deber…

— Ya es momento de dejar de pensar en usted y sus deseos personales…

— Como Alfa, usted se debe a la manada…

Los ancianos hablaban como un coro, uno tras otro, aturdiendo a Ares y provocando a su lobo interior, “¡No! ¡Díselos…! ¡Gritarles…! ¡Nosotros ya tenemos a nuestra Luna! ¡No aceptaremos a nadie más!” Gruñía el lobo en su cabeza, al tiempo que Ares luchaba por contenerse y mantener su expresión impasible, «No, no puedo decirlo… Eso sería peligroso para ella»

— ¿Acaso le ha faltado algo a la manada? — Preguntó Ares, con el entrecejo arrugado, de pie, frente al amplio mesón en el que se encontraba el consejo de ancianos.

— No, pero… — Fue a responder uno.

— No he descuidado ninguna de mis responsabilidades como Alfa, he cumplido como presidente de la empresa y he cumplido con la manada… — Alegó Ares, lleno de seguridad.

— Sin embargo…

— Sin embargo… — Interrumpió Ares al anciano antes de que esté pudiera hablar. — No he encontrado una pareja que pueda cumplir con las responsabilidades como Luna de esta manada y hasta que no la encuentre, seguiré asumiendo las responsabilidades yo solo…

— ¡Esto es insuficiente!

— ¡Inaudito!

— ¡No podemos esperar más!

— ¡¿Qué pasará con la descendencia del Alfa?!

— ¡¿Qué pasará cuando se necesite del Alfa y de su Luna al mismo tiempo en dos lugares?!

— ¡¿Qué pasará si nunca encuentra su pareja destinada?!

Comenzaron a vocear los ancianos, alterándose. Ares apretó los puños a los costados, molesto.

— Cuándo la diosa luna lo decida, encontraré a mi pareja y esta manada, tendrá su luna…

— Creo que usted no nos está entendiendo, Alfa… — Se levantó uno de los ancianos, hablando con más fuerza, todos los miraron. — Si usted no piensa cumplir con nuestras leyes, si usted no quiere seguir con nuestro legado, el concejo tiene el poder de desplazarlo de su lugar como Alfa y poner en su sitio al siguiente descendiente…

Ares se tensó, todos se miraron.

— Nunca antes, el consejo fue tan condescendiente con un alfa, así que le recomiendo cumplir con su deber y con las tradiciones de la manada o… Apuesto que su hermano no dudará en tomar su lugar. — Concluyó el anciano, irritado por la actitud soberbia de Ares, frente a ellos.

— Esperaremos un tiempo prudencial para que nos presente a alguna candidata… — Intervino otro anciano, intentando sonar más comprensivo.

Ares se dio la media vuelta y con fuertes zancadas salió de ese salón, bufando.

¿Escoger a una luna? La sola idea le causaba desagrado, él no podía estar con nadie más, no podía pensar en otra mujer, no quería ni alejarse de Selina.

Y cada vez era más difícil, cada día era más duro, todo lo que Ares deseaba era tener la libertad de estar con Selina, con su pareja destinada, pero en su mundo, ella no tenía lugar.

¿Cómo podría convencer a su manada de siquiera aceptar a una humana? Mucho menos podría convencerlos de aceptarla como su Luna.

Y si Ares dejaba de ser Alfa, ¿Eros se convertiría en su sucesor? Una decisión muy peligrosa, considerando el pasado de su hermano menor.

Eros era conflictivo, salvaje, dictatorial y eso le gustaba a algunos ancianos, imponer la fuerza de la manada, tratar a los humanos como esclavos, como basura descartable.

Si Ares era destituido por Eros, su manada se convertiría en el centro de una guerra de dominio, no solo hacia los humanos, sino también hacia otras manadas, pues Eros quería arrasar con todo.

Y esto también significaría un peligro para Selina.…

“Eres mía, Selina… Solo mía” esa frase hacía eco en la mente de Selina a cada instante, a cada momento, una vez más ella la recordaba al tiempo que se miraba en el espejo absorta, hasta ponerse sonrojada.

— Entonces… No es un juego… No es un desliz… — Musitó ella pensativa. — Pensé que…

Alguien entró en el baño de damas y Selina reaccionó, intentando simular que se acomodaba el cabello y luego salió apresurada.

El corazón le latía con fuerza, una especie de emoción le calentaba el pecho, Selina parecía una jovencita enamorada, suspirando a cada rato y quedándose pensativa.

Aunque en la empresa Ares seguía actuando como un ser frío, esa frase, ese “Eres mía” había apaciguado muchas inseguridades en el corazón de Selina.

El teléfono de oficina sonó y de inmediato Selina contestó.

— Buenos días… Presidencia de las empresas Kings… ¿En qué le podemos ayudar?

— ¡Selina! Te hablo desde la recepción… — Habló Mabel. — El señor Rivas acaba de llegar, quiere discutir sobre una nueva alianza, una mucho más grande, quiere renovar el contrato…

— ¿Qué? — Selina abrió los ojos con sorpresa y luego lo pensó por un instante. — Pero el señor King está ahora mismo en una reunión con los gerentes… Pidió que nadie lo moleste, será una reunión muy larga, allí se tomarán toda la tarde…

— Lo sé y se lo expliqué al señor Rivas, pero él me pidió hablarlo contigo, dijo que como la mano derecha del presidente, tú podrías escuchar su propuesta y podrías guiarlo en lo que el señor King podría aceptar…

— ¿Qué? — Exhaló Selina sorprendida.

— Dice que quiere reunirse ahora mismo contigo, aquí abajo, en la cafetería de la empresa… — Contó Mabel.

— Es que… No lo sé… — Selina lo pensó por un instante.

Ella recordó repentinamente lo que Ares le dijo antes, “No quiero volver a verte tan cerca de otro hombre”

— Como asistente, no puedo asumir una responsabilidad tan grande, el señor Rivas debería hablarlo directamente con el presidente o con alguno de los gerentes… Dile que le puedo agendar una cita con el señor King. — Resolvió Selina.

Hubo un momento de silencio, en el fondo, Selina escuchaba a Mabel hablando con un hombre.

— Selina, el señor Rivas te quiere… — Soltó repentinamente Mabel al teléfono.

— ¿Qué?

— Él insiste en que quiere hablarlo primero contigo antes de presentar la propuesta al señor King, quiere escuchar tus sugerencias… — Mabel suspiro. — Selina, si me preguntas a mí, deberías aprovechar esta oportunidad, si este contrato se da gracias a ti, sería un gran logro profesional para agregar a tu currículum… Solo te tomará unos minutos revisar su propuesta y estarás aquí mismo, en el café de la empresa…

Selina suspiró pesadamente, Mabel tenía razón, esta era una buena oportunidad para demostrar sus capacidades, estarían en un lugar público y ella estaría cumpliendo con su trabajo mientras que Ares está ocupado, así que aceptó.

Mientras tomaban un café, Selina revisó cuidadosamente la propuesta del señor Rivas, quien la había tratado con mucha amabilidad.

— Está… Esta es una gran propuesta, señor Rivas… Significaría ampliar mucho más la alianza de nuestras empresas, pero estoy segura de que a largo plazo generará grandes beneficios… — Comentó Selina, sería y muy segura luego de cerrar la carpeta.

— Entonces, ¿No cree que el señor King tenga alguna queja?

— No, bueno… Esto implicaría una gran inversión inicial, pero considerando las ganancias a largo plazo, creo que vale la pena y me imagino que él también lo pensará así… — Alegó Selina, para luego tomar un sorbo de su café.

— Es usted muy lista, Selina, aparte de hermosa… — Murmuró repentinamente Rivas, provocando que Selina casi se ahogara con el café.

— Cof, cof… — Selina tosió, simuló y luego se aclaró la garganta. — Eh… Yo… Gracias.

Miró para todos lados, excepto a la cara del señor Rivas, quien sonrió al notar con ternura, como ella se sonrojaba, viéndose más atractiva.

— No tiene por qué agradecer, es la verdad, tiene usted un talento poco común, señorita Selina… Y una presencia que deslumbra. — Soltó Rivas con un tono algo insinuante.

En vez de actuar como un profesional, parecía que los cumplidos de Rivas se estaban volviendo cada vez más personales, lo que se estaba volviendo incómodo para Selina.

Rivas se acercó con la clara intención de decir algo más y antes de que la situación se volviera más incómoda, intentando mantener la compostura, Selina poner a Rivas en su lugar,

Sin embargo, no fue necesario decir nada, pues una enorme sombra oscura se plantó detrás de ella, acallando a Rivas.

— La reunión terminó… — Interrumpió Ares, con un tono de voz lúgubre y amenazante.

De inmediato, el señor Rivas levantó la vista y al notar el aire oscuro que emanaba de Ares, como su cuerpo parecía temblar ligeramente y como lo fulminaba con la mirada, Rivas se tensó.

— Es momento de que se vaya… — Agregó Ares, tomando la carpeta que estaba frente a Selina, para empujarla hacia Rivas.

— Señor King, creo que está, no es manera de tratar a uno de sus mejores clientes… — Rivas se levantó, incómodo, acomodándose la corbata.

— Primero, usted no me va a decir como tratar a un patán que acosa a mi empleada y segundo, le recuerdo que usted ya decidió no ser más nuestro cliente… — Gruñó Ares, inclinándose hacia Rivas, con una postura amenazante.

Indignado e incapaz de decir más, Rivas tomó la carpeta y se dio la media vuelta para caminar hacia la salida de la empresa.

— ¿Qué haces? ¿Esta es una gran oportunidad? — Susurró Selina, para luego intentar dar un paso hacia Rivas. — Aún puedo detenerlo…

— No. — Gruñó Ares tomando a Selina por la mano para detenerla.

— Pero no puedes tratar a un cliente así… — Murmuró Selina, en un hilo de voz.

— Claro que puedo… Ya te lo dije antes, no soporto verte con otro hombre y no me importa si es un cliente o quien sea… — Replicó Ares, aun con el cuerpo tenso y tembloroso. — No entiendes lo que provocas.

— ¿Qué? — Selina dio un paso hacia atrás, confundida, pero Ares no la soltó de la mano.

En ese preciso momento, él necesitaba sentirla cerca, mucho más cerca y era tan desesperante, tan terriblemente desesperante haber encontrado a su pareja destinada, pero no poder estar con ella, no poder estar cerca de ella, no poder tocarla cuando quisiera y tener que ver cómo cualquier insignificante hombre pretendía acercársele, era frustrante e insoportable.

— Vente conmigo… — Soltó Ares repentinamente, con una voz ronca, casi suplicante. — No quiero seguir viéndote entre estos humanos.

— ¿Qué estás diciendo? — Preguntó Selina, confundida, ¿Él acababa de decir humanos?

— Ven a vivir conmigo… A la cabaña. — Explicó Ares, mirándola a los ojos, con ese brillo sobrenatural en la mirada que ella ya había visto antes.

Selina exhaló, quedándose sin aire e inmóvil, ¿Él le acababa de pedir que vivieran juntos?

Sigue leyendo este libro gratis
Escanea el código para descargar la APP
Explora y lee buenas novelas sin costo
Miles de novelas gratis en BueNovela. ¡Descarga y lee en cualquier momento!
Lee libros gratis en la app
Escanea el código para leer en la APP