Capítulo 7 — Solo mía

Con su aura imponente y su enorme altura, Ares se adelantó un paso, interponiéndose entre Selina y Vanessa, esa mujer tan irritante e insignificante no era siquiera digna de estar frente a su mate.

Un gruñido por lo bajo comenzó a brotar desde el fondo de la garganta de Ares, su lobo luchaba en su interior desesperado por salir y arrancarle el rostro a esa insolente mujer.

Vanessa retrocedió un paso, confundida, sintiendo un repentino miedo que la hizo estremecer.

— ¡Señor King…! — Llamó la secretaria, interrumpiendo el momento de tensión, todos voltearon. — El señor Rivas lo espera en su oficina…

— Mucho gusto, señor King… — El señor Rivas se levantó de su escritorio y estiró su mano hacia Ares, sonriendo con amabilidad. — ¡Vaya! He escuchado hablar mucho sobre usted, su reputación lo precede…

— ¿Mi reputación…? — Repitió Ares, soltando la mano del apretón, al tiempo que arrugaba el entrecejo.

— Sí, desde antes de que llegara a tomar el puesto en la presidencia de la empresa King, ya se decía que es usted un jefe muy intimidante y autoritario, tal como ya era conocido su padre… — Explicó Rivas, tomando asiento tras su escritorio con un gesto de cautela.

El ambiente en la oficina se volvió repentinamente tenso, el cliente, el señor Rivas, quien era un hombre muy influyente entre las grandes empresas, se quedó observando a Ares con desconfianza.

— Si esperar lo mejor de mi personal, significa que me consideren intimidante y autoritario, entonces sí, lo soy. — Alegó Ares, implacable.

— No me gusta tratar con empresas que explotan a su personal, Sr. King. — Respondió Rivas con tono helado, tirándose hacia atrás en su asiento.

Era sumamente irritante para Ares tener que discutir estás estupideces con un humano, sobre todo después de tener que haber soportado la altanería de la tal Vanessa.

Ares contenía su furia, sus ojos comenzaron a oscurecerse levemente, pero respiró profundo para mantener la compostura.

Más atrás, Selina observaba atentamente la conversación de los dos hombres desde un rincón de la oficina, mientras que del otro lado, Vanessa esperaba con una sonrisa victoriosa, ¿Qué hacía esa mujer allí? Se preguntó Selina.

— Le aseguro que ese rumor no tiene fundamento, no exploto a mi personal, solo les pido excelencia… Nuestra empresa valora a cada empleado… — Respondió Ares con su voz controlada, mientras que por dentro, su lobo gruñía.

— ¿Ah, sí? — Rivas elevó una ceja con escepticismo. — Vanessa…

Vanessa dio un paso al frente disfrutando del momento, al tiempo que expandía aún más su sonrisa venenosa.

— Cómo todos aquí ya lo saben, yo trabajé allí, señor Rivas… Sé lo que vi y doy fe de que el rumor es cierto… Yo fui una de las afectadas. — Soltó Vanessa fingiendo inocencia.

Selina abrió la boca con sorpresa, ¿Cómo se atrevía esa mujer a decir algo así cuando ella era una de las peores y más groseras empleadas? La sangre comenzó a hervirle y sin poderse controlar, Selina también dio un paso al frente para interrumpirlos con una fuerza y firmeza que nunca había sentido antes.

— ¡Si me disculpan, eso no es cierto! — Todos voltearon hacia Selina. — Esta mujer fue despedida por ser grosera, no respetó su trabajo y tampoco ha respetado a sus compañeros nunca… Y si quieren refutarme, puedo traer pruebas de las cámaras de seguridad de la empresa e incluso testigos de su conducta.

Hubo un momento de silencio, el señor Rivas volteó hacia Vanessa, esperando una respuesta.

— Bueno… Eh, yo… — Balbuceó Vanessa pensando en que decir.

Pues Vanessa jamás pensó que Selina sería capaz siquiera de levantar la voz, y estaba segura de que el señor Rivas no le creería a Ares por su forma de ser tan intimidante.

— ¡Señor Rivas! — Selina dio otro paso al frente, llamando la atención del cliente. — Esta mujer solo busca venganza, está molesta porque el señor Ares la puso en su lugar luego de ser grosera conmigo… Y no me parece justo que usted juzgue a una empresa, solo por un rumor sin fundamentos, sin antes conocer la verdad.

Concluyó Selina con firmeza, al tiempo que el señor Rivas se quedó mirándola, impresionado, había algo en esa mujer que destellaba, que sobresalía, que lo intrigaba y llamaba.

— Señorita… — El señor Rivas se levantó una vez más de su escritorio, acercándose a Selina, para extender su mano hacia ella. — ¿Usted quién es?

— Mi nombre es Selina, señor… Soy la asistente de presidencia de las empresas Kings.— Selina le dio su mano con un apretón, al tiempo que todo el cuerpo de Ares se tensó, en alerta.

— Mucho gusto, estoy muy impresionado, señorita Selina, usted tiene carácter… — La felicitó Rivas sonriendo y rodeando sus dos manos entre la de ella. — Lamento mucho haber dudado sin antes investigar, usted tiene razón… Le prometo que reconsideraré todo el contrato.

El cuerpo de Ares temblaba observando la escena, ese hombre, ese insignificante humano se había atrevido a tocarla… «¡Mátalo! ¡Acabemos con él! ¡Córtale la cabeza!» Gruñía el lobo de Ares en su interior, casi histérico.

— Bueno, si eso es todo… — Gruñó Ares, tomando una de las muñecas de Selina para jalarla y soltar su mano de las asquerosas manos de Rivas.

Rivas volteó hacia Ares, sorprendido, notando como algo en su expresión ardía irritado, mientras que Selina respiraba agitada, en medio de esos dos hombres que parecían retarse con la mirada.

— Señor King, lamento todo este contratiempo. — Rivas rompió el silencio luego de un momento de tensión.

Y sin decir una sola palabra más, Ares se dio la media vuelta y salió de la oficina llevándose a Selina de la mano, si seguía un segundo más allí, no sabía de lo que era capaz.

El corazón de Selina comenzó a latir descontrolado, mientras ella seguía a Ares, Selina podía sentir que las manos de Ares se habían vuelto muy calientes, como si tuviera fiebre, ¿Qué le pasaba?

Rivas se quedó observando por un momento la puerta, aún impresionado, esa mujer, Selina, había dejado una gran huella en él, una extraña atracción, por lo que él necesitaba volver a verla.

— Vanessa… — La llamó Rivas, con el entrecejo arrugado. — No tienes nada que hacer aquí, es evidente que tú y yo, no trabajaremos juntos nunca más… Vete.

Vanessa palideció, humillada, apretó los labios y con grandes zancadas también salió de la oficina, dando un fuerte portazo al cerrar la puerta tras ella.

En el estacionamiento de la empresa, Ares y Selina estaban solos adentro del impecable auto, Ares se había mantenido en silencio por un momento, todavía intentando controlarse.

Al tiempo que Selina mantenía la mirada baja, confundida, ¿Él estaba molesto por su interrupción? ¿Por qué ni siquiera había encendido el auto?

Repentinamente, Ares volteó hacia ella, su mirada hacia Selina ardía llena de orgullo y deseo.

— Buen trabajo… — Murmuró Ares, sosteniendo el volante con fuerza. — No cualquiera logra calmar una tormenta como esa como tú lo hiciste…

El corazón de Selina saltó con una fuerza impresionante, él la estaba alagando, ella automáticamente sonrió con timidez al tiempo que sus mejillas se sonrojaban.

— Solo hice lo que era justo… — Musitó Selina, nerviosa.

Ares se quedó mirándola fijo, su mirada se endureció, su mandíbula se tensó, ¿Él estaba molesto? Dudó Selina, cuando de pronto, él se inclinó hacia ella, acercando su rostro peligrosamente.

Su cálido aliento rozó en el rostro de Selina.

— No quiero volver a verte tan cerca de otro hombre… — Soltó Ares con una voz baja y dominante.

— ¿Qué? — Exhaló Selina sintiendo que el pulso se le iba a detener en cualquier momento.

— Eres mía, Selina… Solo mía. — Gruñó Ares para besarla apasionadamente.

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