La sorpresa inicial de Nant al ver a Albert se disipó rápidamente, reemplazada por una frialdad calculada que endureció sus facciones. La imagen de la "niña inocente" se desvaneció, dando paso a una seriedad que, aunque sutil, Albert no pasó por alto. Su mente ya estaba procesando la situación, descartando el susto por Belem y centrándose en la información. Había una razón por la que Albert estaba allí, y era para ayudar a Yago.
—Bien, Albert —dijo Nant, su voz manteniendo su tono amable y educado, pero con una firmeza que denotaba un cambio notable—. Ya que usted está aquí y el señor Carlos le ha informado de mi llegada, asumo que está al tanto de la situación. Así que, sin rodeos, ¿qué es lo que sabemos? ¿Qué ha cambiado desde que mi vuelo despegó de Puebla hasta mi llegada aquí a Veracruz? Necesito la información más reciente.
Albert, con su impecable postura, sonrió de forma apenas perceptible. Era una sonrisa de reconocimiento, no de burla. Se había dado cuenta de que Nant no era