Alina se sentó frente a su computadora, con los dedos temblando ligeramente sobre el teclado. Respiró hondo, miró hacia la puerta cerrada y comenzó a escribir un mensaje para su asistente personal a través del sistema interno seguro, pero con una instrucción explícita.
Escribió rápido:
Deja lo que estés haciendo y ven a mi oficina de inmediato. Tengo puntos sensibles que tratar contigo.
Luego, cambió el color de la fuente a un rojo intenso y añadió la advertencia final:
POR FAVOR, EN CUANTO LEAS ESTE MENSAJE, ELIMÍNALO DEL SISTEMA Y DE LA NUBE. ESTO ES DE ALTA CONFIDENCIALIDAD. NO DEBE QUEDAR RASTRO.
Presionó "Enviar" y se quedó mirando la pantalla hasta que la confirmación de lectura apareció.
Alina esperó. Los segundos se convirtieron en minutos. Tamborileó los dedos sobre el escritorio, impaciente. Su asistente solía ser eficiente, casi invisible, pero esta demora la estaba poniendo nerviosa.
Finalmente, la puerta se abrió.
La asistente entró con paso apresurado, sosteniendo una ta