La puerta de la camioneta de lujo se abrió, revelando el interior espacioso y tapizado en cuero. La hermana de Nant, una adolescente llena de energía y curiosidad, con los ojos aún redondos de asombro por el espectáculo de la llegada, saludó a Carlos con una sonrisa antes de subirse. El aire dentro del vehículo era diferente al que estaba acostumbrada: un aroma sutil a cuero nuevo y aire acondicionado, lejos del bullicio y los olores a gimnasio de la escuela.
Apenas se sentó, su entusiasmo se desbordó en una serie de preguntas rápidas, dirigidas a nadie en particular, pero con la clara expectativa de una respuesta.
—¿Por qué la camioneta, Má'? ¿Y tú, Nant, qué haces aquí? ¿A dónde vamos las tres? —inquirió la hermana, su mirada curiosa escaneando el lujoso interior. Sus manos, impulsadas por la curiosidad adolescente, no pudieron evitar tocar todos los botones y controles de la consola central, explorando qué función tenía cada uno, desde el ajuste del asiento hasta la activación de l