Alec finalmente comenzó a desayunar. El ambiente seguía pesado, pero él no tardó en soltar una noticia que cambió la dinámica.
—Miranda, quiero avisarte que me iré de viaje mañana y no estaré en casa durante algunos días. Y a ti, Edward, quiero decirte que tu madre vendrá a buscarte. Volverás con ella en cuanto yo regrese. Voy a ir por motivos laborales, pero me acordaré de ti y te traeré lo que tú desees.
Edward hizo un puchero.
—Me gusta mucho estar aquí con Miranda. Podría quedarme con ella en lugar de volver con mamá a casa.
Alec se quedó contrariado. No esperaba que su hijo dijera algo como eso, que eligiera a Miranda sobre Beatrice. Sin embargo, sabía que si permitía eso, la madre de Edward se molestaría.
—Me temo que eso no será posible —explicó con dulzura—. Lo siento mucho. Debes volver con tu madre; ella vendrá a buscarte en la tarde. Pero, como te he prometido, no me tardaré demasiado y en cuanto regrese, podrás volver aquí.
El niño no dijo nada más, sino que se quedó con