Terminando de hablar, en poco tiempo llegaron al restaurante. Era un lugar exquisito, con luz tenue y música de piano en vivo. Los ubicaron en una mesa reservada y pronto hicieron sus órdenes.
La velada transcurrió con una fluidez mágica. Vera estaba bastante satisfecha por la elección del menú; ese cordero que había elegido estaba delicioso y la combinación con el vino tinto era exquisita. Rieron un poco mientras estaban allí conversando, los nervios iniciales disolviéndose en el alcohol y la buena compañía.
Finalmente, la conversación se tornó más personal.
—Así es, yo trabajo actualmente en una joyería —contaba Vera, con orgullo en su voz—. Y me va de maravilla. Los clientes son bastante generosos y la joyería también es importante, así que tengo un puesto que realmente aprecio demasiado. Me gusta ser independiente.
El hombre estaba sorprendido y la miraba con admiración.
—Me encanta que seas una mujer independiente, eso dice mucho de ti. Pero quiero que sepas que siempr