Zamir estaba también en el suelo, arrodillado junto a Alec, dándole ánimo en medio de toda esa situación tan extraña. La impecable oficina se había convertido en un santuario improvisado para el dolor.
—Debe ser un golpe tan fuerte para ti que no me imagino cómo debes sentirte —señaló Zamir, con la voz grave—. La verdad, yo también estaría completamente destrozado. Esto es simplemente una locura. Cuando vi la noticia, creí que todo era un invento más para desprestigiarte y afectar tu imagen, pero ahora que entiendo que esto es una verdad... no sé qué decirte. Si esto es devastador para mí, para ti debe ser...
Alec levantó la cabeza. Sus ojos estaban hinchados de tanto llorar, rojos y llenos de una vulnerabilidad que no le importó mostrar a su amigo.
—Esto será terrible para nuestra relación, Zamir. Ahora que estábamos intentando hacer las cosas de la forma correcta... Ahora que creí que tenía una oportunidad con ella... —La voz de Alec se quebró—. Esto realmente va a hacer que quede c