Llena de miedo, dolor y desesperación, Victoria corre por el bosque después de haber dejado el cuerpo de su madre atrás. El llanto del bebé en sus brazos, hace eco entre los árboles y a lo lejos, aún se puede oír las explosiones y los aullidos de los lobos. Victoria corre sin parar con el pequeño que fue sangrado a la fuerza a ella. Un vínculo los une por sangre y por el cual, su madre ahora ya no está. Sin saber su origen o de donde proviene, Victoria, con solo 17 años, se ve obligada a ser fuerte para protegerlo, no solo de su padre; el líder de los cazadores, sino también, de los lobos que luchan a muerte para obtenerlo. Sin embargo, alguien también está al acecho, alguien poderoso que está dispuesto a hacer lo que sea por tener a su hijo de vuelta. Un Rey cruel y despiadado, que le fue arrebatado todo en una sola noche, pero el destino no se lo pondrá fácil. Tendrá que aprender a vivir con la mujer que ahora su hijo considera su madre, debe lidiar con el vínculo de sangre de su hijo con ella y uno más fuerte que lo llevará a los límites de su resistencia. El destino los pondrá a prueba, cuando el secreto que gira en torno a Victoria salga a la luz y revele un pasado oscuro y peligroso, que su madre trató de ocultar, un pasado que revela el origen de quien realmente es su hija. El Rey de los lobos tendrá que decidir entre el amor y el odio, entre el pasado y el presente, una decisión que podría cambiar el rumbo de todos y de su propio Reino.
Leer másNARRADOR
En una noche fría y lluviosa, donde los rayos cruzaban el cielo y la lluvia arreciaba. Se podía escuchar los gritos de una mujer en una pequeña casa. Los gritos de la Reina Luna, llenaban la pequeña habitación mientras doncellas corrían de un lado a otro con paños ensangrentados. —Mi Reina, ya falta poco, solo, puje un poco más. La Luna de la pequeña manada donde se encontraba, la animaba para seguir, pero en su ser estaba escondida la envidia y la venganza. Afuera, el Rey junto con un puñado de sus hombres se mantenían al frente, ajeno a lo que ocurría dentro la pequeña casa de la manada donde su esposa estaba dando a luz. Los ojos dorados de su lobo se mantenían al frente, donde se podían oír los gruñidos de los lobos. Un rayo cruzó el cielo seguido de un estruendoso trueno. Los llantos fuertes y persistentes de un bebé llenaron el aire de la pequeña habitación. Las doncellas sacaron al bebé de la habitación, dejando a su Luna con la Reina, que se encontraba débil y cansada. —¿A dónde... a dónde llevan a mi bebé?, ¡Tráiganlo! —Él ya no regresará, esta noche acabaremos con dos pájaros de un tiro, es hora de que el trono sea tomado por alguien más. Sacó un puñal detrás de su espalda y con una mirada desquiciada comenzó a avanzar a ella. Afuera la pelea se desató, estaban siendo superados en número, pero sabían que acabar con el mayor de todos sería un desafío. Después de todo, era el Rey y no llevaba el título por nada. El imponente lobo negro, de ojos dorados, cortaba y desgarra la garganta de sus enemigos, hasta que cayó al suelo aullando de dolor. Sintiendo el vínculo de su compañera romperse. En el otro extremo del bosque, una mujer cubierta por una capa gris, cubriendo su olor, se apresura a llegar a la pequeña manada, evitando quedar atrapada en tres frentes. Sigilosamente, se escabullía por los callejones oscuros y las calles desoladas, evitando a toda costa, que su presencia se notara. Se paró a mitad de la carretera, mirando los faros del auto que se acercaba a toda velocidad. Alzó su arma, esperando el momento, cuando las luces la alumbraron por completo, accionó el gatillo. El auto giró de forma brusca a solo centímetros de ella, impactando con fuerza en la pared de ladrillos. Los llantos del bebé se podían escuchar desde adentro del auto, hasta que la mujer llegó y abrió la puerta. Se aseguró de que las lobas al frente estuvieran muertas, antes de sacar el recién nacido del auto en llamas, a poco de explotar. —Diosa, por favor, protégenos hasta llegar a un lugar seguro y entregarlo a su padre. Envolvió al pequeño con su capa y se apresuró a salir de allí. A lo lejos, comenzaron a escucharse explosiones, otro enemigo que también iba por el pequeño, pero sus planes con él, eran mucho más crueles. Ella lo sabía, porque estaba en esa sala, escuchando como el líder de los cazadores; su esposo. Planificaba su ataque, aliándose con lobos rebeldes para derrocar al actual Rey. —Mama... —Victoria, te dije que esperaras en el auto, es peligroso. —Quería asegurarme de que estabas bien, los hombres de papá ya entraron, si él te descubre; va a matarte. Ella agarró el brazo de su hija y comenzó a arrastrarla con ella por los callejones. Aullidos resonaban en todos lados y los disparos de armas se escuchaba cada vez más de cerca. Su preocupación se elevó, no solo por el pequeño que intentaba salvar a toda costa, sino porque ahora su hija, se había sumado a ella. Se movían rápido de un lugar a otro, hasta que no tuvieron opción de escapar. Ailena llevó a su hija hasta una especie de bodega, mientras hombres y lobos comenzaron a rodear el lugar. —Mamá. —Escucha Victoria, debajo de nosotras hay un túnel subterráneo que conduce a las afueras de la manada. Ella removía una cosa tras otra dentro de la bodega, buscando la entrada. Grandes torres de barriles se alzaban por todas partes brindando algo de escondite para ellas. Las puertas se abrieron de golpe y ambas jadearon de sorpresa. Ailena miró a su hija, estaba asustada y lágrimas rodaban por sus mejillas. Ella sabía quién era el que había entrado, cerró los ojos por un instante, frunciendo el ceño de vez en cuando. Cuando los abrió, le entregó el pequeño a su hija y comenzó a arrastrarla hasta el fondo del lugar. —Mi querida esposa, no te escondas de mí, entrégame al pequeño y todo estará mejor. La voz resonaba en todo el lugar poniéndole los pelos de punta a Ailena y a Victoria. —Sé que mi querida hija está contigo, ayudándote en esto, sal de una vez y prometo no lastimarla. Ella abrió una pequeña compuerta escondida y sus esperanzas brillaron. —Escucha Victoria, debes bajar y corre sin mirar atrás, yo te alcanzaré, ahora corre. Ella se dio la vuelta parándose a la vista del hombre con el que estuvo casada por más de 20 años. Victoria no se fue, en cambio, se acercó para ver qué pasaba. —¿Dónde está el niño? —Jamás lo encontrarás Black, es un error lo que están haciendo... Sacó el arma, apuntando directo a ella y disparó justo en su estómago. Victoria se tapó la boca antes de dejar escapar un grito, dejando que más lágrimas se derramarán, observando como el cuerpo de su madre caía. —Sabía que ibas a traicionarme, pero no lo esperé de Victoria, igual ella morirá. Apuntó su arma de nuevo y disparó una vez justo en su pecho. —A ti, mi querida Victoria, te espera una agonía peor... —Señor, rastreamos el olor del recién nacido, está afuera de la manada— llegó un hombre informándole y su mirada se volvió oscura. —Quemen el lugar—, gritó antes de salir, dejando a sus hombres que esparciendo gasolina por todo el lugar, incendiando todo antes de salir. En segundos, las llamas comenzaron a cubrir todo y el humo se hacía sofocante para respirar.VICTORIA —“Inara, encuentra a ese par” Me levanté sintiendo la ansiedad, me conocía a ese hombre más que bien. Luego de dar vueltas respiré de alivio al ver a Lucien venir, pero su cara de poker me dijo que ya había hecho su cometido. Se acercó a mí mientras yo lo miraba expectante. —¿Lucien, qué hiciste? —Lo que él me hizo a mí, pero no te preocupes, el tiempo no será el mismo, talvez dos meses, hasta que nazca su hija. Abrí los ojos llenándome de ansiedad. —Lucien… ¿Qué quieres decir, ¿qué hiciste? Un alboroto llamó mi atención, giré en esa dirección y vi a varios hombres que corrían hacia Daniel. Su aspecto era desordenado y desaliñado, como si hubiesen corrido una maratón. —Alfa… señor… —¿Qué pasa? Daniel frunció el ceño y podía sentir su aura desde aquí. —Es la Luna, Séfira, ella… no está… unos hombres se la llevaron a la fuerza… no pudimos hacer nada. El rugido de Daniel resonó en todo el lugar, las aves que andaban con calma en el la
DANIEL —Ahora debes aceptar mi rechazo y así ambos seremos libres. —Yo… —sus ojos comenzaron a llenarse de lágrimas, pero esa sonrisa de resignación fue lo que me hizo sentir que la estaba perdiendo. —Yo… aún no estoy listo Kara, posiblemente lo mejor sea que… lo terminemos después de la fiesta. Ella solo asintió, dio la vuelta y comenzó a alejarse tambaleándose. Abrió la puerta y ya su beta estaba esperándola. Cuando él la tocó Kaden y yo perdimos el control y nos apresuramos a arrebatársela. Le cerré la puerta en la cara a ese miserable, Kara me miraba con intensidad, con anhelo, ya no podía seguir negando que realmente la quería. Talvez el tiempo que estuvimos separados fue suficiente para darme cuenta de eso. Acaricié su cuello antes de sacar mis colmillos y poner mi marca en ella. Sus manos subieron a acariciar mi cabello corto mientras yo comenzaba a deslizar el cierre de su vestido. Vi como Séfira salía, no sin antes guiñarme un ojo. —“Después l
DANIEL Sostenía el brazo de su beta y se veía alegre riendo con él. Kaden se removió algo molesto al ver eso y yo igual me sentí incómodo. Debemos romper ese vínculo. Giré lentamente para ver a Séfira, que daba pequeños sorbos a su copa mirándola y luego a mí. Volteé a ver a Lucien con cuidado y tenía una sonrisa cargada de malicia y no sabía que tan malo podrían ser sus planes. —Vamos amor— estiré mi mano para salir corriendo de allí, pero no me dejaron. —Ella se queda conmigo, — la tomó dándome la copa que bebía. Séfira tomó a su sobrino en brazos y Lucien enrolló sus brazos alrededor de ella y de Victoria. No sin antes darme una mirada extraña. Tomé de un trago el champán y solo me quedé allí parado. —Hola Daniel. Su voz melodiosa me hizo temblar por un momento y volteé a verla. —Kara, ¿cómo estás? —Bien, realmente bien. Ella giró a otro lado y yo solo podía meter mis manos en los bolsillos. Su celo tuvo que haber pasado hace unas sem
VICTORIA Corrí al baño para vomitar de nuevo. Odio las mañanas, las odio. —Nena, les diré a la próxima que te preparen un caldito de pollo para el desayuno. Me apoyé contra el lavado después de enjuagar mi boca. Este embarazo me está pegando horrible. —Está bien— fue lo único que dije antes de ver mi maquillaje corrido. Hoy Cristopher cumplía un añito, mi bebé ya cumple un añito. El tiempo pasa muy rápido. Tomé unas toallitas para limpiarme el rostro. Debía arreglar este desastre antes de bajar. Un cuerpo musculoso me abraza desde atrás dejándome sentir muy, MUY en claro las ganas que me traen. —Podemos divertirnos un poco antes de bajar Reina mía. —Ni sueñes, Errick me dejó anoche más que cansada, estas náuseas, son su culpa. Un gruñido de molestia escapó del pecho de Lucien y luego, a través del espejo, lo vi pelear en su mente con Errick. Solo rodé los ojos sin decir más. Son iguales de locos que siempre, arrancaron todas las rosas de toda la manada solo porque dije
VICTORIA Me paré frente a la celda donde estaba Derta retenida con las manos atadas a cadenas de plata. Estaba acurrucada en una esquina de la celda, temblando, evitando ver al enorme lobo negro que daba vueltas detrás de mí; gruñendo. —¿Por qué lo hiciste, qué fue lo que yo te hice para que me hicieras esto? Mi voz, a pesar de sonar tranquila, cargaba un profundo odio en el fondo. —Los guardianes son un error, ese niño es un error, quería matarlo y no entregarlo como acordé, pero apenas entraste en labor de parto, nos alejaron a todos de ti. Mis ojos brillaron con los de Inara, ¿cómo se atreve a planear algo en contra de mi hijo? —¡AHHH!—, su grito de dolor retumbó en las paredes cuando su cuello fue envuelto con electricidad. Pero eso sería una muerte muy rápida. Liberé su cuello y tomé el manojo de llaves pasando una a una con toda lentitud. Para que ella contara los segundos de vida que le quedaban. Segundos que se le acabarían cuando llegara a la llave correcta. El bri
DANIEL —Eso no puede ser posible, ese vínculo se rompió, yo marqué a Séfira, en todos los sentidos. —Pues el vínculo sigue, tienes la capacidad de elegir a ambas como compañeras si así lo quieres y ella lo sabe. Apreté los puños de rabia al saber que Kara lo sabía y no me dijo nada de esto, ¿acaso pretendía separarme de Séfira? —Por eso te dije que tenías que elegir, no quién sería tu compañera, sino si te ibas a quedar con ambas. —Jamás me quedaría con alguien que me esconde algo así. Es mejor que se vaya, pero si el vínculo sigue, lo más seguro es que la rechace primero. —Cuando dije que ella lo sabía, jamás me referí a Kara, me refería a Séfira, ella sabe de tu vínculo, parece que se te olvida que es una loba de sangre real. Me levanté de golpe con los ojos abiertos y con el pánico creciendo cada segundo. Ella debe pensar que la traicioné, que la dejaremos. No, no, no, debo aclarar que ella es la única. —¿Estás seguro de que es la única?— pregunta Cristal tomando de su t
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