En Ravenmoor, los artistas marciales eran clasificados con placas una vez que alcanzaban cierto nivel. Existían cinco placas: Plata, Bronce, Oro, Rojo y la más alta, la Negra.
Solo se conocían cinco rangos: Plata, Bronce, Oro, Rojo y el más alto de todos, el Negro. La Placa Negra era sagrada. No era algo que se obtuviera por política o influencia. Solo un hombre en la historia de Ravenmoor había calificado para ese rango: el rey de la guerra.
Ni siquiera Kael, que era la temida Parca de los Thornfells, había obtenido una Placa de Plata.
Así que cuando Kael vio el brillo de obsidiana de la Placa Negra reluciendo en el hombro del extraño, su mente se congeló.
No. Imposible.
—Esa… debe ser una falsificación —dijo Kael, con voz baja lleno de incredulidad—. Debe haberla comprado en algún mercado negro para engañarnos  como tontos. ¿Cómo te atreves a hacerte pasar por el rey de la guerra?
El cuerpo de Kael se tensó, los músculos se prepararon mientras se l