Kael lentamente se dio la vuelta hacia Derek.
Su rostro lleno de frialdad estaba inmóvil como una piedra.
—Eres un idiota —dijo—. Tu padre es listo, pero tú, ¡eres todo lo contrario! Eres un arrogante mocoso. ¿Me quieres meter en problemas con él? ¿Acaso quieres morir hoy?
Derek le respondió gruñendo:
—¿Qué te pasa, señor Kael? Solo es un don nadie. ¿Qué mosca te picó...?
Se escuchó el sonido de un golpe.
Derek se levantó del suelo, giró en el aire y cayó al piso con un golpe seco, mientras la sangre brotaba de sus labios sin poder moverse.
La sala se llenó de excalamaciones de asombro.
—¿Kael acaba de golpear a Derek?
—¿Se ha vuelto loco?
—¿Ese extraño le ha echado una maldición o qué?
Kael no parpadeó.
Se acercó al cuerpo destrozado de Derek y lo miró fijamente.
—Tú despreciable gusano —espetó—. ¿Creíste que me ibas a usar para humillarlo? ¿Quieres convertirme en tu títere? ¿Crees que esto es una broma? ¿Cómo te atreves a meterme en tus problemas?
Derek gemía, apenas con