El prestigioso Hotel White
Pero de repente, los ojos de Jaden se tornaron más agudos, sombríos y fijos.

—Entonces me ocuparé del anciano Dusk —dijo fríamente —, y después... la familia Thornfell será la siguiente.

Con un simple movimiento de su mano, un torrente de energía cortante se desató por el lugar como una espada invisible, aplastando a los matones y matándolos en un instante, mientras su sangre se salpicaba por todas partes. Paul fue el único que se salvó, al menos en ese momento.

La sonrisa burlona de Paul desapareció de su rostro mientras la sangre le corría por la frente.

—Todo esto es un malentendido. Por favor, no me mates, haré lo que quieras. Me iré de este lugar y nunca volveré. Por favor, perdóname —suplicó, inclinando la cabeza hacia los pies de Jaden.

—¿Perdón? El rey de la guerra no le muestra clemencia a quien no lo respete —comentó un soldado.

—¿Tú eres el rey de la guerra? —murmuró Paul, ya que él había oído historias del legendario rey de la guerra que detuvo la guerra y fue el salvador de Karethwyn.

—No, estás mintiendo, no puede ser posible...

Antes de que terminara de hablar, con un simple golpe, Jaden hizo que su cabeza explotara.

Los soldados seguían trabajando como se les había ordenado.

De repente, uno de ellos se acercó a Jaden y le dijo: —Mi rey, acabamos de incinerar los restos tal y como usted ordenó, aquí hay una parte de sus cenizas.

Le entregó una urna de oro, envuelta en la parte superior con un trozo de ropa roja que parecía manchada de sangre.

—Gracias —dijo Jaden al tomar la urna. El trozo de tela era de la ropa que su madre llevaba puesta antes de morir de esa manera tan brutal.

Luego, lo puso en el suelo y lo envolvió con una manta antes de recogerlo nuevamente y dárselo al hombre.

—Vamos a visitar a Agatha, hoy es la celebración de su hijo. ¡Me aseguraré de que Agatha se coma estas cenizas!

El hombre siguió a Jaden mientras entraban en uno de los vehículos, y luego se alejaron a toda velocidad.

El prestigioso Hotel White

El Hotel White estaba entre los tres hoteles más caros de Ravenmoor, por lo que solo el uno por ciento de la población podía permitirse entrar a un lugar así.

Cuando el auto de Jaden llegó a la entrada, este se bajó y le echó un vistazo al hotel. Él recordaba claramente ese lugar, pues allí solía estar la casa familiar de su madre, antes de que Agatha la demoliera y construyera su hotel en aquellas tierras. Ella no solo le quitó la vida a su madre, sino también su hogar.

—Mi rey, yo puedo ocuparme de estas personas, usted no necesita intervenir —dijo el hombre que acompañaba a Jaden. Era Drax, un poderoso soldado que había sido entrenado personalmente por Jaden, por lo que él solo podría matar a cientos de hombres.

Mientras Jaden tomaba la urna de las manos de Drax, respondió: —No, vuelve a comprobar cómo va la tumba, yo mismo me encargaré de esto.

Después caminó hacia el salón de banquetes. Dentro, los ricos se mezclaban bajo los candelabros dorados, y las mujeres elegantemente vestidas llenaban la sala. Era realmente un lugar para la élite y familias prestigiosas.

Todas las miradas se dirigieron hacia Jaden cuando este entró, pues era alto, impresionante y lucía peligroso.

—¿Quién es ese?

—Parece poderoso... y adinerado.

—Esta noche él será mío —susurró una mujer, lamiéndose los labios —, se nota que sabe cómo tratar a una mujer.

Pero Jaden los ignoró a todos y caminó directamente hacia una mesa vacía, dejó la urna con un fuerte golpe y luego se sentó y se sirvió una copa de vino tinto, manteniendo su tranquilidad habitual.

—Es muy guapo —suspiró una chica —, nunca había visto a nadie como él en Ravenmoor.

—Mi príncipe azul —susurró otra ilusamente.

La seguridad del hotel reaccionó rápidamente y su líder, Xavier, se acercó frunciendo el ceño.

—Señor, este es un evento privado —dijo con firmeza —, solo se permite la entrada con invitación.

Jaden no respondió, ni siquiera le dio un vistazo.

—Te estoy diciendo que todo el mundo necesita una invitación y un regalo para poder entrar. Tú te metes aquí, bebes nuestro vino como si este fuera el salón de tu padre, ¿y crees que está bien?

Xavier señaló el objeto envuelto sobre la mesa e indagó: —¿Qué es eso? Tenemos que inspeccionarlo.

Él extendió la mano para tomarlo, pero Jaden agarró su muñeca y la aplastó con un solo apretón.

—No eres digno de tocar eso —dijo Jaden fríamente.

Xavier gritaba con desesperación: —¡Mi mano!
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