El líder de la banda, Paul, era el peor de todos, pues de todos los maleantes que Agatha contrató para vigilar la tumba, él era el más cruel, ya que había paralizado a personas solo por presentarse con flores.
Paul sacó un cigarrillo y uno de sus hombres se lo encendió.
—Maldición —murmuró Paul, exhalando humo —. Hoy es el cumpleaños del señor Thornfell y su fiesta de compromiso. Yo debería estar nadando en champán y rodeado chicas, no tallando la tumba de una loca.
Otro matón se acercó a Jaden con una mueca de desprecio y le dijo: —¿Lo escuchaste? El señor Paul está de mal humor, así que esta es tu única oportunidad: arrodíllate, pide disculpas por el delito de invasión, y tal vez te dejemos marchar. De lo contrario, te sacaremos de aquí hecho pedazos.
Jaden no se movió, en cambio, apretó la mandíbula, con el corazón hirviendo de la rabia.
El matón escupió sobre la tumba.
—Buen tiro —comentó Paul y se echó a reír, y los demás se unieron a él, con su risa resonando por todo el cementerio.
Paul se acercó con grandes zancadas, haciendo que la hierba seca crujiera bajo sus botas.
—Vamos, chico. Haz lo que él te dijo: arrodíllate o quédate de pie y te enterrarán junto a ella.
El hombre que había escupido se acercó y cuestionó con un tono burlón: —¿Qué te pasa? ¿Nunca has visto a un hombre escupir?
Pero Jaden había llegado a su límite, y en un movimiento rápido, agarró al hombre por el cuello y golpeó su cara contra el suelo rocoso.
Acto seguido, el hombre gritó y la sangre salpicó desde su boca mientras cuatro dientes se esparcían por el suelo.
Los demás se quedaron petrificados e incrédulos.
¿Había levantado a ese hombre con un solo brazo?
La mirada fría e intimidante de Jaden se fijó en Paul.
—Tú —dijo Jaden, con voz fría —, lame hasta la última gota.
El matón herido gemía en el suelo, mientras la sangre brotaba de su boca.
—P... Paul, ¡ayúdame! ¡Por favor!
Aquel individuo intentó arrastrarse hacia afuera, pero Jaden pisó fuertemente su tobillo y el sonido de este al romperse se escuchó claramente.
Inmediatamente, otro grito de agonía atravesó el aire.
—¡Eres un bastardo, loco! — gritó Paul —¿Sabes quién soy yo?
Luego se giró hacia los demás y exclamó: —¡No se queden ahí parados, acaben con él!
Uno de ellos se abalanzó sobre Jaden con una pala, balanceándola como si fuera un bate de béisbol.
Antes de que el arma se acercara completamente, Jaden la agarró en el aire, la lanzó fuera de las manos del hombre y le dio un golpe rápido que lo hizo volar a través del cementerio.
El matón cayó con un estridente ruido, gimiendo mientras se esforzaba por respirar.
—Tú... ¿quién eres? —Paul, tembloroso, dio un paso hacia atrás.
—Ya te lo dije —dijo Jaden, con un tono de voz escalofriante —, lámela, ahora.
El matón herido no esperó otra advertencia, por lo que tembloroso, se arrastró hacia la tumba y comenzó a lamer donde había escupido.
Los demás miraron la escena, atónitos y aterrorizados.
Luego, se escuchó el rugido de algunos motores y acto seguido, siete camionetas Hilux se detuvieron formando una línea sincronizada. En la parte de atrás de cada una había montones de lingotes de oro puro, reluciendo bajo el sol.
Los hombres uniformados bajaron de los vehículos y se alinearon en posición de atención, como si hubieran hecho eso mil veces.
Jaden dio una sola orden: —Comiencen.
Inmediatamente, los hombres se pusieron a trabajar.
Antes de que alguien pudiera reaccionar, el ambiente volvió a cambiar, pues aparecieron siete largas limusinas, y detrás de ellas llegaron varios camiones de transporte militar.
Las puertas de los vehículos se abrieron y más de cien soldados armados bajaron y marcharon en formación hacia la tumba.
Sin dudarlo, se arrodillaron frente a Jaden.
Al ver aquella escena, Paul se quedó completamente perplejo, mientras que los otros matones dieron un traspiés hacia atrás.
—¿Qué...?
—¿Acaso esto es una película?
—¿Quién es este tipo?
Los soldados bajaron la cabeza al unísono y gritaron: —¡Mi rey!
Jaden asintió y dijo: —Comiencen.
—¡Sí, mi rey!
Los soldados comenzaron a descargar de los camiones oro, equipamiento y herramientas.
—Úsenlo todo —ordenó un soldado —. Esta tumba se reconstruirá con oro, exactamente como se ha ordenado.
Al oír aquellas palabras, Paul apenas podía respirar y replicó: —¿Con oro? ¿Para ella? ¿Este tipo está loco?
—No creo que esté loco —susurró otro matón —, creo que es poderoso.
—Nunca había visto tanta riqueza en un solo lugar...
—¿Y se la está gastando toda... por una mujer muerta?
Jaden caminó lentamente hacia la tumba y se arrodilló, limpiando suavemente la tierra que había sobre la lápida.
—Mamá —susurró —, siempre quisiste tener una vida hermosa, solías decirme: “Jaden, algún día serás rico y me comprarás un castillo”.
Jaden sonrió débilmente, aunque en sus ojos se podía percibir la tristeza.
—Lo siento, llegué demasiado tarde.
Luego se puso de pie, y apretando los puños, agregó: —Pero no es demasiado tarde para vengarme.
Su voz se endureció cuando sentenció: —A esa maldita bruja de Agatha White, la arrastraré hasta esta tumba, ella se arrodillará aquí y llorará pidiéndonos perdón. La haré pagar por todo el daño que te hizo.
Jaden miró a los hombres que todavía estaban inmóviles en su lugar.
Luego, él entrecerró los ojos y su voz sonó como un leve gruñido cuando cuestionó: —¿Qué dijiste hace un momento?
Solo su presencia hizo que el aire se sintiera más pesado, cargado de una fuerte intención asesina.
Paul, temblando, se arrodilló inmediatamente.
—Por favor, ¡perdónanos! Solo estábamos haciendo el trabajo para el que nos contrataron. ¡Lo juro! El anciano Dusk nos envió, él es de la familia Thornfell... ¡También es el guardaespaldas personal de la señora Agatha!
La expresión de Jaden cambió ligeramente cuandó escuchó lo que dijo Paul.
—La familia Thornfell... —murmuró —, así que esa bruja realmente lo consiguió. Tan manipuladora como siempre, consiguió casarse con alguien poderoso.
Por un breve momento, su silencio hizo que Paul pensara que había dado en el blanco, por lo que una sonrisa se dibujó en la comisura de sus labios.
“Él dudó, tiene miedo ¡Lo sabía!” Pensó Paul y se enderezó un poco, animado por el cambio.
—Tiene miedo —susurró entre dientes —, cualquiera se asustaría después de oír el nombre del anciano Dusk.
El anciano Dusk, no era solo un guardaespaldas, sino que prácticamente era parte de la familia, y un luchador de élite, temido y respetado en toda la región. Su reputación era legendaria, era despiadado e invencible, por lo que nadie en su sano juicio se opondría a él.
“Ni siquiera este tipo se atrevería a enfrentarse a él. No importa lo fuerte que parezca, el anciano Dusk lo aplastará.” Pensó Paul con confianza.