Fate lo localizó al otro lado del majestuoso salón de baile. Estaba sentado en un sofá de terciopelo, con una copa de vino tinto en la mano y una mirada tranquila, aunque indescifrable.
“Por fin”.
Cruzó la pista con rapidez, mientras el dobladillo de su vestido de seda ondeaba tras ella como un estandarte real. Al llegar junto a él, su sonrisa se ensanchó.
—Jaden... por fin te encuentro.
Su voz sonó suave, ansiosa, con un matiz que solo él podría interpretar.
Jaden le dedicó una mirada pausada. Aunque su expresión era plana, sonrió con sutileza.
—¿Me estabas buscando?
Antes de que Fate pudiera responder, un hombre alto y de edad avanzada, vestido con una túnica color verde oscuro, se detuvo junto a ella. Mantenía una postura erguida, con las manos cruzadas a la espalda y la soberbia de quien se cree dueño del lugar.
—Él es el Maestro Reuben —dijo Fate, haciendo un gesto cortés—. Es el representante de mi familia para las Pruebas de Sangre.
Reuben observó a Jaden con detenimiento, escru