Jaden se acercó a la figura temblorosa de Brown, que estaba tirado sobre el pavimento agrietado como si fuera basura que alguien acababa de desechar. Lo miró desde arriba, con la cabeza ladeada y una actitud de pena.
—Qué lástima...
La voz de Jaden era tranquila, con una gentileza casi burlona.
—Al parecer tu vida no vale tanto.
Hizo un gesto despectivo con la mano, como si se estuviera sacudiendo una mancha de la ropa. La cara de Brown se contorsionó de terror; los mocos y el sudor se le mezclaban mientras arañaba el suelo, tratando de arrastrarse hacia atrás.
—¡N-No, espera! ¡Por favor! ¡Y-Yo... todavía no le llamo a mi papá! —tartamudeó Brown, con la voz distorsionada por la desesperación. Es un maestro... un gran maestro de artes marciales... Si me tocas, no te la vas a...
La bota de Jaden bajó, presionando ligeramente el pecho de Brown y callándolo. Su mirada perdió brillo y su voz descendió a un tono mucho más cortante.
—Te la pasaste toda la vida maltratando a los demás. ¿Y ahor