Los escombros aún humeaban a la distancia; los restos de lo que alguna vez fue el preciado hotel de los Thornfell no eran más que metal retorcido y polvo asfixiante.
Las sirenas aullaban débilmente a varias cuadras de distancia, demasiado tarde para salvar algo. Jaden se volteó con lentitud, posando sus ojos de nuevo sobre la patética figura desparramada en el suelo: Brown, respirando con dificultad, bañado en sudor, con su traje, antes lujoso, ahora manchado de tierra y humillación.
El pie de Jaden descendió firme y deliberado, presionando el pecho de Brown e inmovilizándolo sin esfuerzo contra el pavimento agrietado. Su voz era amenazante.
—Es importante deshacerse de la podredumbre a tiempo... Con la maldad como la tuya lo mejor es cortarla de raíz antes de que se propague.
La cara de Brown se deformó por el pánico. Su valentía fingida se había desmoronado hacía mucho, reemplazada por una desesperación pura.
—¿Estás... estás tratando de matarme? —balbuceó, luchando inútilmente baj