Brianna quiso darse una bofetada en cuanto la golpeó la realidad. Se había sumergido en sí misma, en sus propias ilusiones, en los planes que tejió en silencio, en cómo se había imaginado que sería todo al tenerlo de vuelta … y se olvidó de lo más importante.
Aidan acababa de regresar al lugar de sus pesadillas. A la aldea donde perdió a su hermana y casi pierde la vida. Donde, con solo quince años, tuvo que matar con sus garras y dientes a un lobo del triple de su tamaño y diez veces más fuerte. A esa edad, cuando ni siquiera debería haber visto correr sangre, ya la había probado para defenderse de la injusticia de ese ataque.
¿Cómo no lo pensó antes? ¿Cómo pudo ser tan desconsiderada? Ese mismo cuarto era donde Aidan dormía con Nessa, donde jugaban y peleaban, donde la dejaban ganar para que no llorara, donde pasaba horas abrazándola y acariciándole el cabello cuando ella no podía dormir o se lastimaba. Las paredes parecían susurrar los ecos de un pasado lleno de dolor.
Él estaba re