Capítulo Sesenta y Siete. La furia de una Luna
La tierra tembló cuando Lyra descendió.
Los árboles se encorvaron, las raíces se abrieron y el círculo de poder trazado por Lysandra se quebró en líneas de fuego plateado. La Luna estaba presente, y su elegida ya no era una sombra de sí misma.
Lyra caminó hacia el centro, sin temor. Sus ojos eran luz viva. Su cuerpo emanaba un calor antiguo que incluso la oscuridad respetaba.
—Te advertí —dijo Lysandra, con voz de trueno—. No se puede romper el equilibrio sin pagar un precio.
—El único precio que se pagará hoy —dijo Lyra, con voz firme y clara— será el tuyo.
Maelia se giró, aún sujetando a Liam por los hombros. El niño temblaba, pero la miraba. No con miedo, sino con fuego.
—Mamá viene —dijo con una sonrisa débil—. Y cuando llegue, todo esto va a terminar.
Maelia vaciló.
Lysandra alzó una mano para silenciarla, pero la grieta bajo el círculo volvió a crujir. La magia respondía a Lyra. Solo a ella.
—¿De verdad crees que puedes detenerme? —