Capítulo cuarenta y uno. Parte de nuestro destino.
Rowan encontró a Lyra sentada sobre el mármol, con las manos cruzadas sobre el vientre como si quisiera contener la vida que no recordaba haber dado.
—Serena —susurró, y ella alzó la cabeza.
—No me llames así.
Él se acercó. Se sentó junto a ella, sin tocarla.
—Da igual cómo te llames, es solo un nombre, una palabra. Y eso no determina quién eres o lo que quieras hacer, si lo sabes, ¿no?
—No. —Ella bajó la cabeza demasiado confundida, todavía en shock—. No sé quién soy, no sé lo que quiero y por más que me digan que soy Serena, ahora que conozco mi pasado por la boca de alguien más, sigo sin recordarlo. Es como si estuvieran hablando de alguien más. ¿Y que hay de la Diosa, de la Madre Luna? ¿Qué es lo que quieren de mí?
Rowan tragó saliva.
—Yo veo el mensaje bastante claro y tú también deberías, quieren que vivas, como Lyra, como Serena, como Luna o como Omega, pero que vivas y que cries a tu hijo. Piensa en Liam, aférrate a lo que ama