Bajé todas las maletas, las subimos al Uber que había pedido y juré que nunca más me iría a vivir a casa de alguien, porque esta era la primera y la última vez que me echaban de algún lugar. Mi abuelo estaba, pero no nos dirigió la palabra y Javier observaba con satisfacción la escena, lo ignoramos y nos fuimos.
—mis lágrimas seguían bajando, estaba muy decepcionada de mí misma, ¿cómo es posible que haya compartido tanto tiempo con Javier? Y hoy fue que conocí su verdadera cara.
—si me dices que estás así por dejar a mi hermano, ¡juro que iré a dejarte a tu casa y nunca más sabrás de mí, Mia!
—no seas tonto Iván, ¿cómo podría yo llorar por un hombre como él? Lo que siento es rabia por lo estúpida que fui… Si fue capaz de hacerle eso a su único hermano, que no será capaz de hacerme a mí. Esa es la pregunta que ronda mi mente y no te dejaré porque eso sería darles la razón a ellos y yo nunca estuve contigo por tu dinero, eso debes tenerlo claro.
—tranquila, eso lo sé… Pero no quiero que