Capítulo 97 —Mi hogar
Narrador:
Todos salieron del galpón. El silencio que quedó atrás era distinto. No era vacío. Era sentencia. Solo quedaron Luigi y Mateo. Mateo cerró la puerta con un clic que resonó como un juramento.
Luigi se acercó a Claudio despacio, sin apuro, como quien ya tomó la decisión y solo queda cumplirla.
Tadei seguía inconsciente, la cabeza colgando hacia adelante, el cuerpo inerte atado a la silla.
Luigi se paró frente a él, respiró hondo y murmuró:
—Nunca debieron meterse con mi esposa.
Mateo lo miraba en silencio. Luigi tomó el arma. El sonido fue perfecto. Definitivo.
No hubo discurso. No hubo amenaza. No hubo último intento de misericordia.
Solo un disparo, una bala, seca, precisa.
La cabeza de Claudio se fue hacia atrás y quedó sin vida. La sangre empezó a caer por la nuca, helándose antes de tocar el suelo frío.
Luigi guardó el arma con la calma de quien no se arrepiente.
Mateo no se movió. No habló. Solo respiró.
Porque cualquier palabra hubiera sido una ofen