Capítulo 115
Isadora asintió, intentando ocultar el nudo en la garganta.
—Sí, podemos ir ahora.
La corredora abrió la puerta del coche de la inmobiliaria.
—Perfecto. Vamos, queda bien cerca.
El trayecto fue corto, pero cada minuto en el coche parecía alargar el tiempo. Isadora observaba las calles, intentando distraerse con el movimiento de la ciudad, pero la mente volvía siempre a la misma pregunta: ¿cómo sería la vida sin Alexander? Sin el calor de la familia unida, sin las risas en la cena, sin los pequeños abrazos en el pasillo de la casa.
Al llegar, la fachada del edificio llamaba la atención: vidrio espejado, estructura moderna y elegante. Subieron en el ascensor hasta el apartamento, y cuando la puerta se abrió, Isadora sintió confort.
—Mire usted —dijo la corredora, abriendo los brazos—. Sala amplia, iluminación natural increíble. La cocina es moderna, encimera de granito, con armarios a medida.
Isadora caminó despacio, tocando cada superficie. Entró en los dormitorios, imagin