Capítulo 114
En su mano sostenía un vaso con el último trago de whisky, pero ni siquiera se había dado cuenta de que el hielo se había derretido hacía mucho tiempo. Su cabeza estaba lejos de allí, volviendo repetidamente al rostro de Isadora, al dolor en sus ojos, a las palabras duras que, sin embargo, habían salido con voz trémula.
No quería admitirlo, pero se sentía como un hombre a punto de perder el suelo bajo sus pies.
Un ruido suave, proveniente del pasillo, lo hizo volver la cabeza. Era casi imperceptible, pero conocía ese sonido: sus pasos.
Isadora no podía dormir.
Y él, aun sabiendo que no debía, se sorprendía imaginando si tendría el coraje de ir hasta su nuevo cuarto aquella madrugada, aunque fuera solo para decirle que la amaba.
Alexander se apartó de la ventana, dejando el vaso en cualquier rincón del dormitorio. Salió y caminó por el pasillo lentamente, sintiendo el frío del piso subir por sus pies descalzos. Al llegar a la puerta del cuarto donde ahora dormía Isadora, p