Perspectiva de Arielle
.
La luz natural entra por las enormes ventanas del pent-house, derramándose sobre el suelo como un velo blanco. Estoy en mi oficina, o al menos así decidí llamarla. Una habitación que antes estaba vacía y que ahora alberga mi escritorio, dos estanterías llenas de carpetas y documentos, una pequeña lámpara, una silla ergonómica que me entregaron hace tres días y una planta que no sé cómo mantener con vida.
Desde que me mudé aquí con Daniel no he querido pisar la empresa. Evito a mi padre. Pero más que a él… lo evito a él, a Cassian.
Sus visitas en Valmont Innovations son constantes por el proyecto conjunto. Sé que va casi todos los días, que su presencia es imponente, que algunos empleados bajan la voz cuando él entra en una sala y no quiero verlo. No quiero tenerlo cerca. Todavía no puedo. Y esta oficina, esta habitación con paredes claras y silencios densos, es lo único que me da un poco de control.
Todo el trato lo he llevado a través de nuestros asistentes.