Perspectiva de Arielle
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Llego a la mansión Harrington pasadas las ocho de la noche. La oscuridad del cielo me acompaña como un reflejo perfecto de lo que siento por dentro. Por fortuna, Daniel no está. Ha estado todo el día ocupado con el nuevo proyecto, elaborando proyecciones, y un sistema complejo que apenas entendí cuando me lo explicó. Solo asentí, fingiendo escuchar. Fingiendo interés. Cómo siempre, fingiendo ser su esposa.
Cierro la puerta con cuidado. La casa está en silencio. El tipo de silencio que no calma, que te deja sola con tus pensamientos y hace que todo se sienta más asfixiante. Respiro hondo. Camino por el pasillo largo hacia las escaleras, intentando mantenerme entera.
Me siento mal. No solo emocionalmente. Me duele el estómago. La cabeza. La vida entera.
Quiero arrancarme la piel, dejar de ser yo por cinco minutos. Porque no soporto esta sensación: estar atrapada, asfixiada, viviendo bajo la sombra de un matrimonio que no elegí y esperando que los hombres que