Para evitar más problemas, Daniela contactó a un miembro de su familia la noche anterior. Para su sorpresa, era su primo Tacio Ruvalcaba, a quien había visto varias veces en las reuniones familiares.
—No esperaba que te enviaran a ti, Tacio.
Tacio sonrió amablemente.
—Debes ser atendida como corresponde, dado que tú supervisarás el trabajo. ¿Necesitas ayuda con el equipaje?
Tacio notó que Daniela y Faustino no llevaban nada y preguntó con cierta confusión.
Daniela negó con la cabeza.
—Venimos a trabajar, no de vacaciones. Viajamos ligeros.
Tacio, con una sonrisa amable, abrió la puerta del coche para que subieran.
—Cierto. Sigues igual de radiante y eficiente. Había oído que el joven de los Zabala también venía. ¿Dónde está?
Cuando Tacio mencionó a Dante, el rostro de Daniela cambió ligeramente.
—Tiene asuntos pendientes y se fue. No tiene nada que ver con nuestra familia. No te preocupes por él.
Viendo la expresión de Daniela, Tacio, con tacto, no hizo más preguntas. En cam