Al ver la expresión solemne de Faustino, Luisa miró a Vicente buscando su opinión.
—Abuelo, ¿debemos permitir que combatan?
—Cuando un discípulo tiene la pierna rota por otro, es natural que el maestro intervenga para defenderlo —respondió Vicente tras reflexionar brevemente—. Mientras no se excedan, dejémoslos luchar.
Vicente había escuchado de Luisa sobre cómo Faustino había hipnotizado a Lorenzo con agujas de plata, y sentía curiosidad. ¿Sería posible que este joven no solo dominara técnicas médicas avanzadas, sino también artes marciales de alto nivel?
—Como digas, abuelo.
Con la aprobación de Vicente, Luisa no tuvo más remedio que volverse hacia Faustino.
—Las artes marciales son impredecibles, señor. Tenga mucho cuidado.
—No importa si pierde, lo importante es que no resulte herido.
En realidad, Luisa no confiaba demasiado en las habilidades de Faustino. Planeaba hacer que Julio interviniera de inmediato si Faustino comenzaba a perder.
Faustino asintió brevemente como respuesta,