Sus labios se encontraron, primero suaves y exploratorios, un roce que enviaba chispas por su piel, después con una urgencia que quemaba como fuego líquido. El beso era una mezcla de hambre voraz y consuelo profundo; Aldric devoraba su boca con pasión, su lengua invadiendo la de ella en un baile posesivo, mientras sus manos la atraían más cerca. Bianca se aferró a él como si en sus brazos pudiera olvidar su dolor, sus uñas clavándose en su espalda musculosa, y por un instante, lo logró. El agua resbalaba por sus cuerpos entrelazados, borrando lágrimas y miedos, mientras las manos de Aldric se deslizaban por su cintura húmeda, subiendo para acunar sus senos con reverencia, sus pulgares rozando los pezones endurecidos, enviando ondas de placer que la hacían jadear contra su boca.
—No sabes lo cerca que estuve de perderte hoy… —murmuró contra su boca entre besos, su voz ronca y entrecortada, mordisqueando su labio inferior con urgencia.
—Nunca me vas a perder —respondió ella, aunque una