Capítulo 42

El comedor aún vibraba con el eco de las palabras venenosas de Willow. Nadie osaba moverse, ni siquiera respirar con normalidad. El cuchillo caído de una de las bandejas resonaba como un reloj de arena marcando el tiempo de aquella tragedia familiar. Bianca permanecía de pie, la mirada perdida, el rostro pálido, con las manos apoyadas sobre la mesa como si necesitara sostenerse para no caer.

—¿Qué… qué acabas de decir? —logró articular finalmente, con un hilo de voz.

Willow sonrió con perversidad, cruzando los brazos sobre el pecho.

—Lo que todos necesitan saber, hermanita. —Escupió la palabra con veneno—. Que tú no eres más que una intrusa, una impostora, una usurpadora que se disfrazó de Lancaster cuando nunca lo fuiste.

Bianca giró lentamente hacia Judith y Zachary. Sus ojos, antes llenos de fuerza, ahora brillaban con un dolor que desgarraba.

—Mamá… papá… —su voz quebrada, casi suplicante—. Digan algo… desmientan esta monstruosidad.

Judith bajó la mirada, nerviosa, sus dedos crisp
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