La mansión Lancaster estaba inmersa en un frenesí meticulosamente diseñado para impresionar. Las paredes blancas relucían con la luz dorada que caía suavemente de los candelabros de cristal. Las damas de honor se movían entre risas, se probaban vestidos de cortes perfectos y joyas que chisporroteaban bajo la luz de la tarde. Los sirvientes corrían de un lado a otro, entregando arreglos florales con la precisión de una coreografía, mientras las mesas se llenaban de platos gourmet que destilaban riqueza en cada detalle. Era todo lo que Willow y Cassian querían: una boda espectacular. La boda de la temporada.
Pero para Bianca, todo eso no era más que un espectáculo vacío, una farsa construida sobre su dolor.
Willow estaba rodeada de admiración, como siempre. No podía evitar fijarse en su vestido blanco, tan deslumbrante, tan lleno de promesas de pureza. El encaje y la seda caían sobre su cuerpo con la suavidad de un río que fluye, mientras todos a su alrededor susurraban halagos. "La nue