El amanecer en Rize era una niebla densa, casi líquida, que se aferraba a los tejados como si quisiera evitar que la luz se atreviera a entrar. Nehir abrió los ojos en una cama que no reconocía como suya. Las sábanas olían a madera vieja, a privilegio antiguo... y a un veneno suave que aún no tenía nombre. La mansión Aslan estaba viva. Y la observaba.
Lentamente se levantó de la cama, la tendió y procedió a ir al baño para darse una ducha y estar presentable para la batalla de ese día. Cuando por fin estuvo lista, le colocó el labial rojo que nunca podía faltar en su rostro. Cuando salió al pasillo, el silencio era tan pulcro como inquietante. A los pocos pasos, una voz aguda la detuvo. —Así que tú eres la Karaman. Qué decepción. Esperaba algo… más impresionante, a alguien a la altura de un Aslan, se nota que no tienes lo que se necesita para ser parte de la familia. En lo alto de las escaleras, apoyada en un bastón de caoba, la tía de Mirza. Safiye Aslan la diseccionaba con la mirada. Anciana, pero letal, había gobernado la casa durante décadas con puño invisible y lengua venenosa. Era una mujer impresionante e imponente que no se dejaba doblegar por nadie. —Buenos días a usted también señora, — respondió Nehir, seca . —Me alegra que las expectativas estuvieran altas. Lamento no haber llegado en una alfombra roja. —No te preocupes, — sonrió Safiye con sorna . —Aquí las alfombras se tiñen con sangre, no con glamour, — Respondió Safiye, para luego dejar a Nehir con un nudo en el estomago y salir sin importar si la muchacha tendría algo más que decir. Nehir, se sintió con temor, pero eso no la iba a doblegar, estaba luchando por la libertad de su hermana, esa hermana por la que daría su vida a toda costa. ✾ Nehir entró al salón principal, un espacio inmenso coronado con candelabros de cristal y retratos de antepasados cuyas miradas inquisidoras parecían juzgarla desde lo alto. En un sofá, otro personaje esperaba con una copa de Té en la mano. —Ah, la nueva esposa. Ya era hora,— dijo Tarık, el primo menor de Mirza. Con una sonrisa perezosa y mirada de cazador aburrido, parecía disfrutar cada segundo de su incomodidad . —¿Ya te diste cuenta de que aquí nadie se casa por amor? — Pregunto el joven sin quitar su mirada de la mujer de cabellos negro como la noche, labios rojos y ojos azules como el hielo. —No vine buscando amor —contestó Nehir, sentándose sin pedir permiso—. Solo vine a asegurar que mi hermana no termine reducida a cenizas por tu primo. —Y en cambio viniste tú a arder —Tarık rio, divertido—. Fascinante. Termino de decir Tarik, al escuchar los pasos de su primo bajar las escaleras. ✾ Mirza bajó las escaleras con la calma de quien sabe que no necesita correr para estar en control. Su mirada se detuvo un instante en Nehir, como evaluando si había sobrevivido a su primer encuentro con la familia. —¿Te están haciendo sentir bienvenida? —preguntó con fingida inocencia. —Me siento como una ofrenda en un culto antiguo. Muy hospitalario. —Respondio con burla. Mirza alzó una ceja, y miro a su primo. —¿Ves, Tarık? —dijo Mirza mientras se servía café—. Eso es lo que pasa cuando dejas que una mujer piense demasiado antes del desayuno. Dijo dándole un sorbo al café, que ahora tenía en la mano, pero sus pasos se detuvieron al escuchar a la chica responde. —Y eso —replicó Nehir, sin sonreír—. Es lo que pasa cuando un hombre cree que el sarcasmo compensa la falta de alma. La tensión se solidificó, como si el aire mismo prefiriera no intervenir. Mirza, no respondió nada, continuo sus pasos despues de unos segundos hasta estar en la cabeza de del comedor. El silencio fue sepulcral en ese momento, ninguno dijo nada después de eso, y por un momento la comida fue agradable pero imparables para todos. ✾ Más tarde, mientras Nehir recorría el invernadero de la propiedad, una joven de cabello castaño apareció entre las hojas de magnolia. Vestía de forma sencilla, pero sus ojos hablaban con fuego. —Soy Zeynep , hermana de Mirza. Él no me menciona, claro. Las hermanas no sirven para cerrar acuerdos, ¿no?— Se presentó y respondió la joven. —Depende —dijo Nehir, sin bajar la guardia—. A veces son las únicas que saben dónde apuñalar para acabar con un imperio. Zeynep soltó una risa real. La primera del día. —Tal vez no seas tan inútil como pensé.—Dijo para después alejarse saludando a mujer con la mano, Un suspiro salió de sus labios, por fin un momento de paz en esta casa, en esta familia todos parecían estar locos por el poder. ✾ Aquella noche, la cena fue un desfile de rostros poderosos y conversaciones envenenadas. Safiye criticó la postura de Nehir. Tarık insinuó que el matrimonio no duraría ni un invierno. Zeynep solo observaba, atenta. Y Mirza, en la cabecera, lo escuchaba todo en silencio, como si cada palabra fuera parte de un experimento al que solo él tenía acceso. —Espero que estés disfrutando de la vida en la cima —susurró Mirza mientras la escoltaba fuera del comedor—. Porque cuando se caen, las Karaman no suelen sobrevivir al golpe. —Qué curioso —le respondió ella—. Porque cuando los Aslan caen… arrastran a los suyos. ✾ Y en esa mansión, bajo techos altos y secretos aún más altos, Nehir dormía esa noche sin sueños. Pero no sin plan. Porque si iba a arder… lo haría eligiendo dónde y cuándo. Y quiénes más caerían con ella. • ────── ✾ ────── •