La mansión estaba en silencio cuando Nehir bajó al salón de mapas que Zeynep había improvisado la noche anterior. En la gran mesa de madera había folios, laptops abiertas, marcadores de colores y un diagrama que empezaba a cobrar forma: círculos que representaban empresas fantasma, flechas que unían nombres, carpetas con sellos de diversos juzgados. Mirza entró tras ella, ofreciéndole un café y deslizándose contra el marco de la puerta, como aprendiendo la lección de estar presente sin invadir.
—¿Lista para el siguiente paso? —preguntó él—. Estamos a punto de adentrarnos en un laberinto.
Nehir tomó el café y respiró hondo.
—Quiero saber quién está detrás de todo. No solo Sedat ni ese ministro que ya conocemos. ¿Por dónde arrancamos?
Zeynep señaló un círculo central en rojo.
—Aquí —dijo—. “Orquídea Negra”. Es una cuenta offshore que, en los últimos quince años, ha distribuido fondos a al menos doce empresas de Sedat y a siete fundaciones asociadas con el ministro. Pero también aparec