Dos años atrás
Victoria
Seguía sin creerlo; no había quitado la mano de mi vientre. Entre más empeño le había puesto para olvidarlo. El universo respondía con algo que me será imposible hacer… Un hijo. Toda la vida estaremos unidos por ese vínculo indestructible. Así hagamos vidas separadas, siempre seremos los padres de este bebé.
Dicen que él concede los más grandes anhelos… ¿Cómo le diré a Enrique sobre esto? Ahora, si mi padre lo aniquilara. Tenía que ponerme firme en no querer casarme para que no lo culpen a él. Tocaron a la puerta.
—Adelante. —Liam ingresó, en esta ocasión sí cerró la puerta.
—Vic. —Se veía nervioso, ponía su boquita como pollito—. Llamé a Enrique. —Me levanté—. No te lo iba a decir, pero no puedo concentrarme en el piano. —Se acomodó sus gafas—. Él debía saberlo. —Me señaló como reprendiéndome—. ¡Es el padre!
—Pudo haber sido otro.
Con mi hermano no podíamos ser deshonestos. Liam era lo más puro y nos obligaba a actuar de manera correcta. Mi hermano nos hacía