Dos años atrás
Dayana
Sentarme para mí había sido una bendita tortura; cuando lo hice, sentí miles de alfileres en la parte interna de mi vientre. Al levantar la mirada, Dante me observaba. ¿Cómo habrá sido ese momento para terminar de este modo? Después de bañarme me tocó usar protectores porque seguía sangrando. Ya me había cambiado de nuevo.
Años soñando con casarme con Dante, ser suya, y se logró, pero de nada sirvió. Ni siquiera tenía un recuerdo lindo, salvaje o loco con el cual quedarme. No recuerdo nada salvo su dominio al tomarme por la cintura. «Permanecerás siempre a mi lado». Eso fue lo que dijo antes de montarnos al bus y de ahí no recuerdo nada.
En la mirada de él veía lástima y no quería eso; lo quiero a él. Acomodé mi cabello detrás de las orejas, espero no toque moverme. Cada vez que lo hacía, sentía como si me perforaran el vientre.
—Jóvenes, ¿ya quieren desayunar? —Una de las empleadas de las que se fueron ayer en la tarde acababa'¿ de llegar.
—En una hora lo hacemo