Samantha se despertó al día siguiente con la sensación de que el mundo había cambiado para siempre. El peso de la decisión que había tomado la noche anterior la golpeaba con fuerza, pero no la dejaba derrotada. Estaba más decidida que nunca. Había aceptado unirse a Alexander Vaughn en su intrincado juego de poder, y eso significaba que debía estar preparada para las consecuencias.
El sol ya se filtraba por la ventana de su apartamento cuando despertó, bañando la habitación con una luz suave, pero fría. Por un momento, se quedó acostada, mirando el techo, mientras pensaba en todo lo que había aprendido en las últimas semanas. Las revelaciones sobre su padre, sobre Vaughn Enterprises y sobre lo que Alexander había sido capaz de hacer para mantener el control de su imperio, todo giraba en su mente como una espiral que no podía detener.
El sonido del teléfono móvil interrumpió sus pensamientos. Samantha se levantó con un suspiro y miró la pantalla. Era un mensaje de Alexander.
"Nos vemos