El sol estaba comenzando a ponerse cuando Samantha salió de la reunión con Alexander, sintiendo el peso de todo lo que había aprendido. La brisa fresca de la noche le acariciaba el rostro mientras caminaba por las calles desiertas de la ciudad. Sus pensamientos estaban en caos, sin poder ordenar la nueva información que acababa de recibir. Lo que Alexander había revelado sobre su familia era más grande, más peligroso de lo que había imaginado. El control mental, la sociedad secreta, el imperio que ellos habían construido, todo parecía sacado de una novela de conspiración. Y, sin embargo, estaba en el centro de todo eso.
La verdad se le presentaba como un abismo que ella no sabía si podría cruzar. Pero algo dentro de ella le decía que no podía volver atrás. La vida que había conocido hasta ese momento ya no existía. Ahora estaba inmersa en un juego mucho más grande, donde las reglas no las marcaba ella, pero que, por alguna razón, parecía estar destinada a jugar.
Al llegar a su departa