Capítulo 28 – La Jugada Oculta.
La mansión a las afueras era un refugio, rodeada por pinos altos que cortaban el viento como guardianes. Sus muros, reforzados con sistemas de seguridad de última generación, parecían impenetrables: cámaras ocultas, sensores de movimiento, guardias discretos apostados en la entrada. Gabriela Rivera caminaba por el vestíbulo, sus tacones resonando contra el suelo de mármol, mientras el peso de su decisión de mudarse allí la aplastaba. No era solo su seguridad lo que estaba en juego; eran Sofía y Valeria, las mellizas de Adrián, cuya risa infantil se filtraba desde el piso de arriba, un recordatorio de lo que no podía permitirse perder. Flor y León también estaban allí, instalados en una sala improvisada como centro de operaciones, sus laptops abiertas, sus rostros tensos. Las calles de la ciudad eran un campo minado ahora, con Fernando moviendo sus hilos desde las sombras, y Gabriela sabía que no podía arriesgarse a salir. No después de lo que le había pasado a Daniela.
El aire en la m