Capítulo 27 – Soborno.
El aire en mi oficina olía a cigarros caros y a la victoria que podía saborear como sangre fresca en la lengua. La pantalla frente a mí mostraba el informe final: un accidente automovilístico, un freno cortado, un socio de Ápex reducido a un montón de chatarra y titulares trágicos. Raúl Mendoza, un hombre gordo y confiado con un 5% de las acciones de la petrolera, había sido un obstáculo menor. Ahora, su nombre era solo un eco en las noticias, y esas acciones, convenientemente transferidas a una de mis empresas fantasma, se sumaban al 30% que ya controlaba. Con un 35%, yo era el segundo socio más poderoso de Ápex, a un paso de arrancarle el trono a Gabriela. Sonreí, girando el vaso de whisky en mi mano. El hielo tintineaba, un sonido que resonaba como monedas cayendo en mis arcas.
Raúl había sido fácil. Un hombre de rutinas predecibles, un trago de más en el club, un camino sinuoso de regreso a casa. Un corte limpio en los frenos, un empujón del destino, y listo. La policía lo llamó t