―¿Interrumpimos? ―La voz gruesa de Kalen por alguna razón tensó a Ana y le aceleró el corazón. ―Ellas no están solas, caballeros. ―Los hombres miraron a los recién llegados.
―Las vimos aquí y solo queríamos ser amables.
―A ser amables a otra parte. ―Bramó Aiden. ―Ya estamos aquí, no es necesario que se queden más. ―Estaba realmente luchando por no darle un puñetazo a quien se acercó de más a su mujer.
―Yo que tú, corro. ―Stormi miró al hombre que le ofreció una bebida a su madre. ―Mi ogrito es militar y no tiene aguante. ―Ana miró a su hija con ojos grandes, sin duda copia todo lo que dice su primo.
―Ella tiene razón. ―Apoyó Izan suspirando, compareciendo a esos dos. ―Mi padre también lo fue y no controla sus celos. ―Las mujeres se querían morir de la vergüenza. Ana no sabía ni a dónde mirar, ¿Por qué se enojaría él de que alguien más le hable? Está siendo un hipócrita de primera, él es el más mujeriego. Ella no comprende el comportamiento de ese hombre, quizás esté dispuesto