El día estaba brillante afuera, el sol espléndido y cálido, las aves canturrean y el mismísimo aire está lleno de buena vibra, pero Osiris parecía tener su nube negra relampagueando personal, ella estaba de un pésimo humor y no había nada que le cambiara el ánimo.
Izan fue el primero en intentarlo metiéndose a la cama de su madre, pero a pesar de que ella le sonrió, no le cambió el ánimo mucho. Ana se encargó de hacer prácticamente un banquete para el desayuno y rompieron todas las reglas de la dieta.
Laura se encargó de Izan y la limpieza para que Osiris solo se encargara de ella y su enorme nube negra, pero ni aun así podía cambiar ese gesto de orto que tenía. Izan y sus tías solo la miran con el rabillo del ojo para no provocar a la bestia.
Había llegado el día de reunirse con el padre de su hijo y eso la tenía en un espiral de emociones, su corazón se aceleraba como tan pronto se detenía, su estómago le daba vuelcos y sus pulmones se volvían locos dejándola sin aire o acaparando t