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Capítulo 2: Ella Es Mía y De Papi

Izan se puso en pie y lo miró con su gesto duro, se dio cuenta como miraba a su mami y no dudó en ir por él.

―Hey, ¿Estás perdido? ―Aiden suavizó su gesto, ver al niño de pelo oscuro desordenado, ojos enormes verdes, polo y jean. Estaba furioso porque le arruinaron su misión, pero ver al pequeño le bajó el enojo. ―¿Te ayudo a buscar a tu madre? ―Izan lo miró con seriedad.

―De hecho, estoy aquí porque no me gusta como ves a mi mami. ―Aiden alzó las cejas. ―Ella es mía y de mi papi.

―¿Y puedo saber quién es tu papi? ―Hizo la pregunta incorrecta, ni siquiera sabe quién es su madre y además había estado mirando a muchas mujeres antes de ver a esa que le aceleró el corazón tontamente porque ni siquiera le vio la cara.

―No sé, pero algún día lo voy a conocer y por eso debo cuidar a mi mami. ―Aiden sonrió.

―¿Y quién es tu mami? ―Izan endureció el gesto y apretó sus labios.

―No te hagas el perdido, yo también lo hago cuando quiero salir de un problema, así que no puedes jugar conmigo. ―La carcajada que Aiden soltó lo hizo el objeto de miradas.

―Lo siento. ―Se aclaró la garganta. ―¿Y te funciona siempre que lo haces? ―Izan asintió.

―Soy tierno e irresistible. ―Se encogió de hombros. ―Y soy solo un niño de casi cinco años, eso me ayuda. ―La inteligencia de ese niño lo descolocó.

―¿Puedes mostrarme quién es tu madre? ―Miró a su alrededor, por su manera de vestir supuso que la madre debería ser una camarera.

―Ella está en todas partes, debe dar instrucciones. ―Izan bajó la guardia. ―Me aburro mucho. ―Descompuso el gesto fastidiado.

―¿Tu madre es la jefa? ―Le preguntó impresionado. ―¿Por qué vas vestido así entonces? ―Izan miró su ropa.

―Porque es cómodo. ―Respondió sin titubeos. ―No me gusta vestir de smocking. ―Aiden cada vez más alucinado por ese crío frente a él, estaba dispuesto a conversar más, ya que había algo en él que le creaba demasiada intriga.

―Cielo. ―Laura llegó sin mirar al hombre parado frente a Izan. ―Nos asustaste, vamos. ―Tomándolo de la mano se alejó sin más dejando a Aiden parado ahí como un tonto. ¿Es ella su madre?

Laura que ahora lleva el pelo rojo, se le hizo muy conocida, pero no logró sacarla. Sintiéndose extraño por la mujer que vio de perfil, el niño inteligente astuto y después la pelirroja, se acercó a su mejor amigo quien enarcó una ceja.

―Cualquiera pensaría que te has encontrado cinco fantasmas y fuiste abducido por los aliens. ―Bromeó.

―Creo que estar en este país me está volviendo loco. ―Resopló. ―Creo que vi a la chica que…

―¡Cielo! ―La voz chillona a su espalda lo tensó por completo y a la vez lo hizo girar con rapidez.

―¿Carlota? ―Aiden la miró impresionado. ―¿Qué haces aquí? ―Ella felizmente se tiró a sus brazos.

―Oh, cariñito. ―Lo miró con un puchero al separarse. ―Te extrañaba mucho. ―Parpadeó varias veces. ―Tu padre me dijo que estabas haciendo negocios y sé que cuando haces eso te niegas a irte del lugar, así que decidí venir. ―Tirando de su corbata le dio un beso en los labios. ―¡Estoy fascinada con este lugar! ―Miró a su alrededor. ―Todo es tan perfecto, podrían organizar nuestra boda. ―Agrandó la sonrisa.

―Carlota, deberías descansar, el vuelo fue largo y…

―Sí, pero no estoy cansada. ―Lo cortó con su sonrisa eterna. ―Quiero conocer a la jefa, de verdad necesito saber si estaría dispuesta a organizar una boda real. ―Sin mirar atrás se alejó de ellos, Aiden estaba a punto de detenerla, pero Kalen se negó a ello.

―Es mejor que la dejes ir, amigo. ―Lo soltó para darle un sorbo a su copa. ―Quiero todavía pasar tiempo contigo y Carlota me lo quita todo. ―Aiden negó, su amigo es un idiøta.

―Aunque convenza a la persona de organizarnos la boda, me voy a negar. ―Bufó. ―Apenas sepa que será una boda real, estoy seguro de que van a cobrar más de lo que se debería. ―Cerró los ojos, de verdad no esperaba a su prometida. ―Y Carlota jamás se entera de nada. ―Rodó los ojos.

Después de tanto preguntar y exigir que la comunicaran con cualquiera de las jefas al saber que eran tres, Carlota fue llevada a la cocina para que esperara a Osiris quien es la que lleva la agenda. La mujer miró a su alrededor y sonrió, todos son profesionales y le gusta la pinta que lleva cada uno, es como si todos fueran personas de dinero.

―Tengo que atender a un cliente. ―Osiris se negó a ir a la cocina. ―Quién sea que me esté esperando, que lo haga un poco más. ―El camarero asintió y se retiró. ―Buenas noches. ―Sonrió al grupo. ―Soy Osiris la encargada de los camareros. ―Miró a su trabajador para asegurarse de que estuviera bien. ―Pido perdón personalmente por el inconveniente.

―Deberían tener más cuidado. ―Exigió Amalia. ―Pudo resultar herido. ―Osiris se asombró. ―No debió tomar los cristales con las manos.

―Es cierto. ―Lo miró descuadrada, creyó que lo estaban atacando por el desastre y no por su seguridad. ―Llama a limpieza para que se ocupen. ―Al mirar nuevamente a la mujer sonrió. ―Muchas gracias por no hacerle la noche más difícil. ―Amalia sonrió con amabilidad

―Sé lo duro que es el trabajo. ―Hizo un gesto despreocupado con la mano. ―Vi tu gesto, venías dispuesta a ayudar a tu trabajador, eres una buena jefa. ―Osiris sonrió un poco apenada.

―No todas las personas son como usted. ―Mirando a Adryan y a la otra pareja hizo un asentimiento de cabeza y se despidió pensando que ellos no eran como los demás en ese lugar.

Carlota ya con un gesto de pocos amigos se paró de la silla en la que la habían puesto, estaba a punto de alzar la voz y exigir que se presentara la persona con la que debía hablar de una vez por todas, pero ver a Osiris llegando frente a ella sonrió.

―Gracias por venir. ―Carlota estaba maravilla. ―Ha hecho un gran trabajo con este evento.

―Muchas gracias. ―Osiris fue amable. ―¿En qué puedo ayudarla? ―Fue al grano incapaz de creer que ella solo estaba ahí para felicitarla, sabe que no es la persona que los contrató.

―Me ha gustado muchísimo su trabajo. ―La tomó de la mano y la apartó un poco. ―Mi prometido está haciendo negocios en este país y me quedaré por un tiempo, así que me gustaría saber si acepta organizar mi boda y para cuando llegue el momento viajar con su equipo a Mónaco para llevarla a cabo. ―Osiris se impresionó. ―Sí, me voy a casar con el príncipe. ―Eso la aturdió más.

―P… pero. ―Le faltaba el aire. ―Mi agencia no es tan grande y…

―No importa. ―Carlota la cortó. ―Son tan perfeccionistas y tienen tan buen ojo con todo esto. ―Negó. ―Me encanta, quiero que sean ustedes. ―Osiris estaba en una nube, ¿Apenas habían iniciado a trabajar para eventos tan importantes como ese y ya estaban recibiendo una propuesta de una boda real? Le parecía alucinante.

―Bueno, hay que hablarlo y después decidir. ―Estaba emocionada por contarle a sus amigas.

―Quiero presentarte a mi prometido. ―La invitó a caminar.

―Señorita. ―Un hombre llegó interrumpiéndola. ―El príncipe la espera, es hora de irnos. ―Carlota dejó caer los hombros.

―Tranquila. ―Osiris sacó una de sus tarjetas de presentación, siempre las carga encima por si se presenta una ocasión como esa. ―Llámeme y organizamos una reunión para hablarlo todo con más calma y conocer a su prometido.

―Jefa, la necesitamos. ―Carlota recibió la tarjeta con emoción.

―Espero verte pronto. ―Se despidió y siguió al guardaespalda.

Osiris al escuchar la explicación de su camarero no dudó en seguirlo, otra persona estaba interesada en sus servicios y por supuesto debía ir a hablar al respecto. No sabía cuántas puertas le abriría el trabajar para gente rica y está más que agradecida.

Aiden un poco desanimado por no volver a ver a la chica de cabello castaño, tomó la mano de su prometida y entró al ascensor con sus padres y mejor amigo. Cansado por el largo día, alzó la mirada y encontrarse con ese hermoso rostro lo paralizó. Es ella, es la mujer con la que se casó por error en las vegas, es la chica que había estado pensando todos esos años. Antes de dar un paso, las puertas iniciaron a cerrar y ver esa sonrisa lo petrificó incapaz de meter la mano para detener las puertas. Es como si el mundo le cayera encima, su corazón no deja de latir con fuerza y sus pulmones se cierran con cada respiración que trata de llevar a cabo.

―¡Mami! ―Izan corrió hacia su madre justo cuando las puertas cerraron por completo, imposibilitando a Aiden el ver como aquel niño con el que habló se refugiaba en los brazos de la mujer que creyó jamás volver a encontrarla.

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