Jorge frunció el ceño como si fuera una molestia. —Solana...
—No. No tienes derecho a echarme todo esto encima como si fuera mi culpa que me dejara cuando tenía cinco años. Lo único que has logrado es hacerme sentir peor de lo que me he sentido en toda la vida.
—Perfecto —dijo—. Tal vez así entres en razón.
Lo miré furiosa. —Se te da bien suponer cosas, ¿no? Entonces piensa en esto: tal vez mi mamá se casó contigo, un hombre joven, para demostrar que esta vez podía hacerlo bien. Piénsalo bien, idiota.
Me di la vuelta y me fui, aunque no sin antes ver cómo su rostro se endurecía como piedra.
Él había empezado una guerra sin tener idea de las consecuencias.
Pasé junto a un basurero cerca del estacionamiento y levanté el ramo de flores, pero justo cuando estaba a punto de tirarlo, noté el sobre escondido bajo el listón.
Al abrirlo encontré dos papeles: uno era una nota pequeña que decía "¿Tienes idea de lo inquieto que estoy, Conejita? Por favor contesta mis llamadas antes de que tenga qu