Punto de Vista de Solana

Caminé lentamente hacia la habitación, mis pasos silenciosos sobre el linóleo mientras observaba cómo la mano de Nicolás soltaba el brazo enyesado de Fernando.

Ninguno me respondió, pero el silencio entre ellos gritaba más que cualquier palabra.

Fernando se había sentado en el borde de la cama con el cuerpo inclinado como si quisiera alejarse, su mano sana aferrada al colchón. Nicolás permanecía de pie frente a él con la mandíbula tensa y los ojos duros, deslizando la mano de vuelta al bolsillo como si nada hubiera pasado.

Pero yo sabía lo que había visto.

Cuando entré, Nicolás se inclinaba hacia adelante apretando el brazo herido de Fernando. En algún momento uno de los dos tendría que confesar qué historia había entre ellos, porque esto no parecía tener nada que ver con que Fernando le hubiera quitado a Dalila a Nicolás, como había pensado al principio.

Era evidente que entre ellos había una herida antigua que ninguno había sanado del todo. Pero cualquiera qu