14. El regreso de Sarada.
Sarada había llegado a ese país que tanto había evitado, pero no tenía opción. Su pequeño desayunaba mientras hablaba con Gustavo en una videollamada. En Alemania ya era de noche, lo que dificultaba un poco la conversación. Había llegado la noche anterior y se había instalado en un hotel que ella misma podía costear. No quería que Gustavo gastara en ella ni en su hijo, pero él, terco como siempre, insistía en hacerlo todo por ella. Decidió ignorar ese detalle y valerse por sí misma. Por años había trabajado y en esos cuatro años logró ahorrar lo suficiente para una emergencia, aunque sabía que no sería suficiente para todo lo que estaba por enfrentar.
No sabía por dónde empezar su búsqueda, pero no tenía alternativa. Necesitaba enfrentarse al hombre que alguna vez amó, al hombre que ahora tenía el poder de salvar la vida de su hijo. Era un hombre importante, dueño de una de las empresas automotrices más prestigiosas. El tiempo corría en su contra, y ella no podía darse el lujo de titu