CAPÍTULO 43. El silencio también grita.
Capítulo 43
El silencio también grita.
La primera luz del alba entró tímidamente por los ventanales del penthouse, tiñendo de gris suave el amplio salón.
En el aire flotaba aún la memoria de aquel abrazo de la noche anterior, una reconexión física que había rasgado la coraza de ambos y dejado las cicatrices al descubierto, demasiado pronto.
Isabela bajó las escaleras despacio, con el camisón de seda rozando sus tobillos. Fue a la cocina a preparar café y al volver halló a Gabriel en el despacho, inclinado sobre una carpeta sellada con cinta adhesiva. Su silla de ruedas yacía ligeramente girada, como si él hubiera maniobrado con urgencia para recorrer el pasillo. Al notar su presencia, levantó la vista sin sonreír.
—Buenos días —saludó él, con voz cansada—. Hay un informe que debes ver.
Isabela abrió la carpeta de inmediato. Dentro encontró un documento con membrete clínico, la rúbrica de un fisioterapeuta y, en letra impoluta, la evolución de las últimas cuatro semanas. Sin embargo,