CAPÍTULO 44. Traicionar es fácil cuando se pierde el miedo.
CAPÍTULO 44
Traicionar es fácil cuando se pierde el miedo.
La tarde se deslizó sobre la ciudad sin previo aviso. Las luces cálidas comenzaban a encenderse, alimentando un resplandor íntimo que apenas disipaba las sombras.
Isabela cruzó el vestíbulo de las empresas Martínez con pasos firmes, llevando en su mano el expediente confidencial que contenía las transferencias bancarias de Adrián a cuentas offshore. Su pulso resonaba en cada latido. Al llegar a la gran puerta de roble del despacho de su padre, respiró profundo y llamó.
—Adrián, tenemos que hablar —anunció, firme.
La puerta se abrió de inmediato. Él la esperaba detrás del escritorio de caoba, el rostro imperturbable, la corbata ligeramente ladeada. A su alrededor, las pantallas del ordenador proyectaban gráficos de acciones y flujos financieros.
Sonrió con frialdad.
—Isabela —la saludó—. Qué sorpresa tenerte aquí justo cuando había pensado en contactarte. Pasaa.
Ella avanzó hasta plantarse frente a él, desplegó el informe con