CAPÍTULO 250. Ecos que no se apagan.

Capítulo 250

Ecos que no se apagan.

Gabriel no había dormido en toda la noche. No porque no pudiera cerrar los ojos, sino porque cada vez que lo hacía, aquella voz en el auricular de su celular regresaba a su cabeza. No con palabras claras, sino con ese tono exacto, seguro pausado, sin apuro. Como alguien que sabe que tiene el control del tiempo… y de la conversación.

Había intentado engañarse. Decirse que era cansancio, que la mente repite lo que no entiende. Pero no era eso.

Esa voz no volvía como un recuerdo, sino como una presencia. Se colaba entre pensamientos, se apoyaba en los silencios. Esperaba.

Estaba sentado en la mesa de la cocina, con una taza de café frío en las manos. No recordaba cuándo lo había servido. La luz del amanecer apenas entraba por la ventana, gris, cansada, como si también hubiera pasado mala noche. El día no prometía nada nuevo.

Silvio dormía en el sofá del fondo, o al menos eso parecía. Tenía un brazo colgando, la cabeza ladeada hacia atrás. Gabriel sabía
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